- Política
Irma Yordana Garay Loredo, diputada federal por Tlaxcala del Partido del Trabajo (PT), durante su primer año en la Cámara de Diputados, no ha presentado ni una sola iniciativa propia.
Y cuando se le cuestiona, responde con frases confusas que apenas se entienden. En lugar de asumir su responsabilidad, balbucea justificaciones que no convencen a nadie, como:
“No, sí, cómo no… sí he participado. Hay temas que se van adecuado y que vamos trabajando en equipo”, dijo.
Su “defensa” solo dejó claro que ni siquiera sabe explicar qué hace como legisladora, y mucho menos cómo está representando a Tlaxcala en el Congreso. En realidad, su paso por la Cámara ha sido completamente irrelevante, y su nombre no aparece ligado a ninguna propuesta que beneficie a su estado.
La diputada no llegó al cargo por trabajo ni por méritos, sino por los famosos "acuerdos políticos" que reparten curules entre partidos. Es parte de ese grupo que entra por la puerta trasera, gracias a cuotas, favores y apellidos, no por convicción ni preparación.
Hoy, lo único que ha demostrado es que su verdadero interés nunca fue servir al pueblo, sino servirse del cargo, usando su puesto como trampolín personal y caja registradora.
Garay Loredo engañó a quienes confiaron en que sería una voz para el estado, pero su silencio legislativo y su falta de resultados han sido contundentes.
Aunque su trabajo ha sido nulo, eso no le impide cobrar más de 100 mil pesos mensuales con todas las prestaciones, como si estuviera haciendo una gran labor. Lo único constante en su desempeño ha sido su salario. Y lo más grave: ni siquiera muestra interés en aprender, mejorar o dar explicaciones claras.
Los tlaxcaltecas no necesitan una diputada que solo aparezca para la foto o que firme iniciativas ajenas como relleno, sino que dé resultados y que trabaje para el cargo que le fue conferido, no sólo para salir en las fotos o promocionar acciones y eventos públicos que no son propiedad de ella.