- Tlaxcala
El deporte ha acompañado a la humanidad desde tiempos ancestrales, y es que más que una actividad física, ha sido un reflejo de los valores, de las tradiciones y de los sueños de toda la comunidad.
Y aunque hoy hay muchas formas de entretenimiento, gracias a Internet, donde podemos encontrar desde juegos en directo, hasta casinos online, chats, y una gran variedad de actividades para que el aburrimiento se borre del diccionario, esa emoción del juego, el deporte en directo, se distingue porque va más allá de todo el azar o toda la comodidad.
Es una práctica que fomenta la cooperación, el esfuerzo y la unidad entre diferentes comunidades. Y hoy, en un mundo más marcado por estas tensiones políticas, esas desigualdades sociales o conflictos, es muy importante reconocer que la práctica deportiva no se limita al entretenimiento. Es una herramienta para que la humanidad entienda verdaderamente lo que significa la paz.
El deporte como lenguaje universal
Una de las características más importantes del deporte es que es universal. A diferencia de la lengua o de la religión, el deporte no necesita ningún tipo de idioma. De hecho, solo vale un balón, una pista y una cancha, hay muchas ganas de pasarlo bien para que diferentes personas tengan algo en común.
Un niño en África, un adolescente en Europa o un adulto en América Latina, todos pueden jugar al mismo juego, aunque no se entiendan. Reglas sencillas que todos comprenden y que hacen de cualquier momento un momento especial, un momento en el que se eliminan las barreras y se crean puentes entre diferentes culturas. Los Juegos Olímpicos son un gran ejemplo de todo esto.
Cada cuatro años, atletas de todo el planeta se reúnen para competir, pero también para crear un trasfondo en común, convivir en un mismo espacio, convivir en una misma fraternidad. Hoy más que nunca, el espíritu olímpico es aquel que promueve la excelencia individual, pero también hace que las diferentes comunidades o naciones del mundo se unan.
El deporte como puente en tiempos de conflictos
La historia da miles de ejemplos de cómo el deporte ha sido una forma para acercar a los pueblos que estaban enfrentados. Uno de los casos es la diplomacia del ping-pong. Esto pasó en los 60, cuando jugadores de tenis de mesa de Estados Unidos y China participaron en diferentes encuentros que hicieron más fácil ese acercamiento.
Otro caso es el de Sudáfrica, que, en 1995, cuando el gran Mandela entendió que el Mundial de Rugby podía ser un símbolo de unidad. Al vestir la camiseta de los Springboks y apoyar al equipo de manera pública, logró un gesto de reconciliación que, sin duda, marcó la historia del país.
Y si vamos más recientemente, hay programas impulsados por la ONU u organizaciones civiles que han promovido partidos de fútbol en zonas de guerra. Una manera de unir a personas o grupos enfrentados con un propósito, el de jugar, disfrutar y hacer convivencia entre diferentes humanos. Inclusión y equidad a través del deporte.
Más allá de ese impacto diplomático que puede tener el deporte, tiene un rol en lo que respecta a la inclusión social. ¿Por qué? Porque para niños y jóvenes en situación de cierta vulnerabilidad, una cancha puede ser una alternativa frente a la violencia, las drogas o la propia exclusión. Por eso, practicar un deporte no solo va a fortalecer el cuerpo, también va a transmitir valores como la disciplina, el respeto o la perseverancia. Y es que el deporte es una herramienta para la igualdad de género.
Aunque persisten desigualdades, cada vez son más las mujeres que quieren romper estos estereotipos. Ejemplos como las selecciones femeninas de fútbol, que han visto victorias nunca antes conocidas, son una clara manera de ver cómo el deporte es capaz de vencer todo tipo de obstáculo.
¿Cuáles son los valores universales que fomentan el deporte?
Ese potencial de pacificar del deporte se explica por varios valores. El respeto hacia las reglas, los adversarios e incluso a uno mismo. También el juego limpio, como la honestidad como principio básico. O la solidaridad, donde nadie gana solo, si no gana en conjunto, además de la cooperación.
Y que, incluso en la competencia, hace que todos que participen tengan el mismo propósito. Son principios que, cuando se dan desde la infancia, en escuelas o en clubes, hacen que la formación de los ciudadanos sea capaz de originar o de crear humanos.
¿Cuáles son los retos y contradicciones que hay?
El deporte también tiene sombras, como todo en la vida. Sombras que ponen en riesgo su dimensión positiva. La violencia en estos estadios, el racismo hacia los jugadores, el dopaje o la corrupción.
Al final son ciertos aspectos a tener en cuenta que nos dicen, una vez más, que seguimos siendo humanos y tenemos mucho trabajo para evolucionar. Por ello, es esencial que los gobiernos, las instituciones educativas o las diferentes organizaciones deportivas trabajen para poder garantizar que las prácticas deportivas sean las que den prioridad a los valores, a la inclusión y al respeto.
Educación deportiva para la paz
Así es como los colegios juegan un papel clave. Cuando la educación física se ve como un espacio de valores y no solo como un rendimiento, cada estudiante aprende a ver el deporte como una herramienta donde se aprende a convivir. El trabajo del equipo es, por tanto, la resolución pacífica de diferentes conflictos en el campo del juego y el reconocimiento de que el esfuerzo ajeno también forma parte de un todo.
Así es como el deporte se convierte en un recurso educativo integral que es capaz de moldear a los ciudadanos de manera mucho más consciente, más libre, más pura. El deporte es un campo de juego para todos.
El deporte, más allá de cualquier competición y de trofeos o dinero, nos recuerda algo importante, que todos jugamos en el mismo campo, un campo llamado humanidad. La capacidad para arreglar barreras, de inspirar esperanza y de promover diferentes valores es un recurso que no tiene precio.
En un mundo donde las divisiones parecen multiplicarse, en vez de dividirse, el deporte es, por tanto, una herramienta que ofrece un recordatorio. Podemos competir sin enfrentarnos, podemos esforzarnos sin excluir a nadie y podemos celebrar juntos la victoria incluso cuando somos de diferentes culturas, religiones o naciones.