- Tlaxcala
El deporte siempre ha sido y será más que una competición. Más allá de los goles, de las canastas o incluso de las medallas, el deporte es un lenguaje común que conecta a comunidades de todo el planeta. De hecho, hoy incluso en el ámbito digital podemos encontrar proyectos que buscan sumar puntos.
Proyectos como Bet Brothers MX, que reflejan cómo el interés por el deporte y sus distintas formas de disfrutarlo, sigue creciendo y generando nuevas formas de conexión entre aficionados más allá de los límites físicos. En muchos municipios, las rivalidades deportivas de hecho, despiertan pasión, pero al mismo tiempo generan unidad, generan identidad colectiva y un orgullo compartido.
El deporte como identidad local
En pueblos y ciudades los equipos son mucho más que un grupo de jugadores, son el espejo de la propia identidad del lugar. Un símbolo con el que los vecinos de todas las edades se sienten representados. Y es que cuando un club de un municipio compite contra otro, no solo se enfrentan los atletas o jugadores, también se encuentran diferentes historias, tradiciones y culturas.
Los colores de una camiseta o los cánticos de la afición son mucho más que simples colores o voces. Son elementos que construyen la pertenencia y eso vale mucho. Se trata de una pertenencia vital ya que ayuda a que los habitantes de una misma comunidad encuentren en el deporte una forma de reafirmar sus raíces y estar orgullosos de pertenecer a la tierra que los vió nacer.
Las rivalidades también son capaces de fortalecer los vínculos
Aunque las rivalidades deportivas suelen asociarse a algo malo o negativo en el ámbito más local, también cumplen otro papel: el de fortalecer los lazos. Y es que cada clásico que se juega a nivel local o cada enfrentamiento comarcal se convierte en una especie de fiesta donde se mezcla rivalidad y también compañerismo.
Son encuentros que no solo atraen a los vecinos de la zona, también generan dinámicas de intercambio entre diferentes municipios que están cerca, familias que viajan para acompañar a su equipo o comerciantes que reciben las visitas de otros lugares y sobre todo esa interacción y esa mezcla cultural que enriquece a todos.
¿Cuáles son las nuevas dinámicas en el deporte y también en el ocio?
El deporte municipal no está aislado de los cambios sociales o tecnológicos. Hoy por hoy los partidos locales no solo se disfrutan en los campos, también se siguen en las redes sociales o en las retransmisiones más improvisadas que acercan ese juego a quienes no pueden asistir físicamente.
De modo paralelo, el crecimiento de estos fenómenos digitales ha traído consigo un nuevo mercado de entretenimiento y ocio. Las nuevas casas de apuestas legales en México han comenzado a abrirse paso y ofrecen hoy a los aficionados una forma diferente de relacionarse con el deporte, incluso en el ámbito local. Y aunque el centro sigue siendo el juego en la cancha, estas plataformas son una clara muestra de cómo cambia la manera de vivir el deporte y cómo se va adaptando a los tiempos actuales.
¿El deporte como motor social y cohesivo?
En los municipios más pequeños, donde las opciones de ocio pueden ser también limitadas, el deporte funciona como si fuera un motor social. Un partido de fútbol, un torneo de baloncesto o incluso una carrera popular se convierte en una excusa perfecta para reunir a una familia o una comunidad.
Son eventos que de alguna manera expanden la convivencia generación tras generación. Padres, abuelos, hijos, todos ellos, se unen por un mismo propósito: ver a su equipo o a su jugador cómo se acerca a la victoria, la consigue. O incluso llorar si lo vencen, pero siempre unidos. El deporte así actúa como una especie de “pegamento” social.
Más allá de la competición, valores que están compartidos
La verdadera riqueza del deporte local no solo está en el marcador, precisamente está en los valores que es capaz de transmitir. Respeto, trabajo en equipo, constancia o disciplina son algunos de los principios que los clubes locales intentan inculcar en los jugadores y que más tarde van a trasladar al conjunto de toda la comunidad.
Esa rivalidad deportiva dejó de dividirse para enseñar a competir de manera mucho más sana y a reconocer ese esfuerzo del otro. Así el adversario no es visto como un enemigo, se ve como un igual con el que se comparte la misma pasión, pasión por el deporte.
¿Cuál es el impacto económico y cultural?
Los eventos de partidos locales también tienen un impacto en la economía local. Y es que los días de partido llenan los bares, los restaurantes y los comercios y se generan así ingresos que benefician a todo ese ecosistema, además de atraer a visitantes que descubren el patrimonio cultural y natural de toda la zona.
Culturalmente hablando, el deporte se entrelaza con festividades locales, ferias y también celebraciones. Muchas veces un campeonato puede coincidir con fiestas patronales o eventos tradicionales, generando así una mezcla entre lo deportivo y lo festivo que va mucho más allá de lo que podemos llegar a pensar.
¿Cuáles son los desafíos en el futuro de este tipo de deporte local?
El deporte local no es tan sencillo como siempre, también pasa por dificultades. La falta de recursos económicos es sin duda la principal, ya que limita el mantenimiento de las instalaciones o la compra de material, además de limitar la posibilidad de que los deportistas o futuros deportistas puedan mejorar su práctica.
La despoblación rural es otro de los puntos fuertes, ya que cada vez hay menos gente en los pueblos, lo que obliga a fusionar equipos de distintas partes. Otro aspecto a tener en cuenta es la desigualdad de género, y aunque en muchos municipios esto va a menos, todavía sigue existiendo.
El futuro, por tanto, pasa por modernizar la estructura, fomentar la igualdad y aprovechar la nueva tecnología para que el deporte sea visto como lo que realmente es, un medio de cohesión y de superación personal y comunitaria.
Porque en cada municipio, los colores de un equipo, los cánticos, la grada o la simple emoción de vivir un deporte en familia es mucho más que ganar o perder. Es una herramienta para unirse, un motor económico y un símbolo cultural que va mucho más allá de lo que el deporte marca en sí mismo.