• Apetatitlán
  • .Adolfo Tenahua Ramos
Cada nuevo escándalo confirma lo que muchos ciudadanos ya denuncian y es que Azaín Ávalos Marbán ha perdido el rumbo y hunde a Apetatitlán en la impunidad y el caos generando un ambiente hostil y preocupante para los ciudadanos.

La fiesta ilegal de Halloween clausurada el pasado fin de semana en San Pablo Apetatitlán no solo dejó al descubierto la irresponsabilidad de los organizadores, sino también la negligencia y el abandono del presidente municipal Azaín Ávalos Marbán, quien ha perdido el control del municipio y permite que la anarquía reine mientras él presume resultados que no existen.

 

 

 

Fueron autoridades estatales y federales, no el ayuntamiento, quienes tuvieron que intervenir una celebración clandestina donde menores de edad ingerían alcohol y presuntamente drogas, sin permisos ni medidas de seguridad. Mientras tanto, Azaín Ávalos y su policía municipal se mantuvieron ausentes, omisos e indiferentes, como si la seguridad pública no fuera su responsabilidad.

 

 

 

Los hechos revelan un profundo vacío de autoridad, una administración incompetente que ha convertido a Apetatitlán en tierra sin ley, donde proliferan los eventos ilegales, el consumo de alcohol entre jóvenes y el desinterés total por la prevención. Los vecinos tuvieron que ser quienes alzaran la voz y llamaran al 911, porque el municipio no responde, no vigila y no actúa.

 

 

 

Dentro del inmueble, se encontraron a jóvenes descontrolados, alcohol por todas partes y presuntos indicios de droga, un reflejo claro del fracaso moral y político del gobierno de Ávalos Marbán, que tolera la descomposición social bajo su gestión.

 

 

 

La Coordinación Estatal de Protección Civil clausuró el lugar pero el problema de fondo sigue: un presidente municipal ausente, sin autoridad ni compromiso, que ha convertido Apetatitlán en sinónimo de desorden, corrupción y simulación política.

 

 

 

Cada nuevo escándalo confirma lo que muchos ciudadanos ya denuncian y es que Azaín Ávalos Marbán ha perdido el rumbo y hunde a Apetatitlán en la impunidad y el caos generando un ambiente hostil y preocupante para los ciudadanos que cada día viven en la inseguridad.