- Tlaxcala
Lo que para la titular del Instituto Tlaxcalteca de la Juventud (ITJ), Lucero Morales Tzompa, representa su “gran obra” y supuesto legado para la juventud, para los ambientalistas y vecinos del Parque de la Juventud es un atentado directo contra la naturaleza y la vida que ahí florece desde hace décadas.
Con aires de protagonismo, Morales Tzompa anunció con bombo y platillo la remodelación del emblemático parque, sin mencionar que detrás del discurso de modernidad se esconde la tala indiscriminada de al menos 500 árboles, muchos de ellos de más de 20 años de antigüedad.
La mañana de este viernes, un grupo de activistas encabezados por Félix Pozos alzó la voz para exigir al Gobierno del Estado que detenga lo que consideran un ecocidio disfrazado de progreso. Portando carteles y consignas, los inconformes caminaron de las instalaciones del parque de la juventud a palacio de gobierno donde denunciaron que la funcionaria del ITJ pretende imponer su proyecto personal a cualquier costo, ignorando las advertencias sobre el daño ambiental irreversible que provocaría.
“Mientras ella se toma fotos y presume una supuesta transformación, aquí están destruyendo el pulmón verde de Tlaxcala”, reprocharon los manifestantes, quienes también recordaron que el parque es refugio de aves y especies nativas que podrían desaparecer con la tala masiva.
Los ambientalistas acusaron que no hubo estudios de impacto ambiental, ni una consulta pública seria, sino solo decisiones unilaterales cargadas de soberbia y capricho político. Señalaron además que Morales Tzompa ha hecho caso omiso a los llamados ciudadanos y actúa con total indolencia ante las consecuencias ecológicas.
Para muchos, la remodelación del Parque de la Juventud se ha convertido en el símbolo del ego político de la titular del ITJ, quien intenta usar la obra como escaparate personal a costa del patrimonio natural de las y los tlaxcaltecas.
En redes sociales, el descontento crece y cada vez más voces se suman para exigir que se detenga la tala y se revise el proyecto. “No es desarrollo, es destrucción”, se lee en los comentarios que exhiben la indignación de una ciudadanía cansada de que funcionarios conviertan los espacios públicos en monumentos a su vanidad.


