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El vocero del Gobierno de Tlaxcala, Antonio Martínez Velázquez, quedó completamente expuesto tras justificar públicamente el comportamiento del director de la Casa de las Artesanías, captado en un video presuntamente en estado de ebriedad.
En conferencia de prensa durante su participación en “Diálogos Circulares”, en lugar de asumir responsabilidad o exigir sanciones, Martínez Velázquez sostuvo que el material donde se exhibe al funcionario Saúl Pérez Bravo “no tiene fecha ni hora” y que el funcionario podría estar atravesando “una situación personal”, agregando sin pena que “a cualquiera le puede pasar”.
Sus palabras son un acto de permisibilidad de conducta inapropiada, dejando abierta la puerta de que dentro del gobierno, los funcionarios pueden beber, fallar o actuar de manera irresponsable sin enfrentar consecuencias.
Hasta ahora, ninguna autoridad ha iniciado investigación ni procedimiento administrativo, lo que evidencia una protección institucional a quienes dañan la imagen pública del Estado.
Y es que fiel a su estilo optimista donde cree que todo marcha bien y que él tiene la razón,
el vocero, en lugar de defender la ética y la disciplina, se convierte en cómplice de la impunidad, mostrando un gobierno permisivo donde los errores y excesos de sus funcionarios se normalizan.
Su declaración es sinónimo de indignación y cuestionamientos sobre la seriedad del gobierno, que parece priorizar la protección de intereses internos por encima de la rendición de cuentas y la confianza ciudadana.
De esta manera, el vocero, dedicado a defender lo indefendible dejó claro que los altos funcionarios disfrutan de blindaje institucional y gozan de impunidad.


