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En la mañanera de este lunes 3 de noviembre, la presidenta Claudia Sheinbaum respondió al execrable asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, perpetrado el sábado pasado en Michoacán, con un discurso que, aunque anuncia refuerzos en seguridad y la presencia, inteligencia y atención a causas, no puede ocultar su recurrencia a culpar al pasado. "¿Qué proponen? ¿La guerra contra el narco? ¿Que regrese García Luna? ¿La intervención?", expresó, aludiendo a figuras de administraciones anteriores sin un ápice de autocrítica por los más de 180 mil homicidios acumulados en el sexenio de AMLO y los que ya marcan el inicio del suyo.

Desviar la mirada hacia el ayer, invocando a Calderón, García Luna y Peña Nieto, emblema de la corrupción prianista, o la "derecha" como chivo expiatorio, parece que no solo evade la responsabilidad inmediata de un gobierno que debería garantizarnos HOY la tan anhelada seguridad para los mexicanos y sus familias. Hoy cosecha balas sin fin que erosiona la confianza ciudadana. 

Michoacán exige justicia no excusas históricas, acciones concretas: despliegue efectivo de la Guardia Nacional, desmantelamiento de redes criminales y justicia sin filtros. Lamentablemente, las condolencias mínimas a las víctimas ya no son suficientes.

Seguir culpando al pasado no es ya una buena estrategia, lo decimos con respeto, debe ser reconsiderado. Tragedias como la de Uruapan no serán excepciones, sino la norma de un país herido que merece más que ecos del ayer.