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Hija de la Gobernadora Lorena Cuéllar, sigue sus pasos de fracasos
- - El desastre al frente del DIF Tlaxcala: Mariana Espinosa, es el lugar 31 en México, en la evaluación de octubre
El Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Tlaxcala se ha convertido en un emblema de mediocridad e ineficacia. Y al centro de esta debacle está Mariana Espinosa de los Monteros Cuéllar, la presidenta del organismo estatal, cuya gestión ha sido calificada como una de las peores del país. Un informe reciente de evaluación nacional revela que Tlaxcala ocupa el penúltimo lugar en aprobación ciudadana, un ranking que no solo humilla a la entidad más pequeña de México, sino que expone la negligencia vergonzosa de un liderazgo que es incapaz de cumplir con sus obligaciones básicas: atender a niños, adultos mayores y familias en riesgo.
La encuesta, realizada entre el 29 de octubre y el 3 de noviembre de 2025 a más de 14 mil usuarios de Facebook en los 32 estados de la República, pinta un panorama desolador para el DIF a nivel nacional: apenas un 24.5% de aprobación, un 34.8% de indiferencia y un alarmante 40.8% de desaprobación. Pero si el promedio ya es deprimente, el caso de Tlaxcala es catastrófico. EL ESTADO SE UBICA EN EL PUESTO 31 DE 32 EN EL RANKING DE APROBACIÓN DE SUS PRESIDENCIAS ESTATALES, solo por encima de Oaxaca, esa eterna rezagada. Mientras Nuevo León lidera con un 52.2% de respaldo bajo Mariana Rodríguez Cantú, y Tabasco alcanza el 46.6%, Espinosa de los Monteros arrastra a Tlaxcala al fondo del barril, donde la desconfianza y la decepción son la norma.
La gestión de Espinosa no genera confianza. En un estado marcado por la pobreza rural, la migración forzada y la vulnerabilidad infantil, el DIF debería ser un faro de esperanza. En cambio, bajo su mando, parece un ente fantasmal, desconectado de las necesidades reales. ¿Dónde están los programas de nutrición que combatan la desnutrición crónica en comunidades indígenas? ¿Dónde las campañas contra la violencia familiar que tanto claman las mujeres tlaxcaltecas? La ausencia de impacto tangible en el informe nacional habla por sí sola: cero menciones a logros, cero evidencias de transformación social.
Esta posición es el resultado de una dirección política que prioriza el compadrazgo sobre la competencia. Espinosa de los Monteros, con su trayectoria atada a los círculos del poder local –vinculada al PRI y a figuras controvertidas del tlaxcaltequismo–, representa lo peor de la burocracia estatal: inercia, opacidad y una desconexión elitista con la base social. Mientras otros estados como Chihuahua (45% de aprobación) impulsan iniciativas innovadoras con tecnología y alianzas comunitarias, Tlaxcala se estanca en reportes vacíos y encuestas que gritan fracaso. Es una vergüenza que avergüenza al estado entero: ¿cómo puede Tlaxcala, cuna de tradiciones milenarias, tolerar que su DIF sea el hazmerreír nacional?
La indiferencia del 34.8% en el promedio nacional ya es un síntoma de apatía institucional, pero en Tlaxcala, esa cifra se traduce en familias abandonadas a su suerte. Miles de tlaxcaltecas encuestados, con un margen de error de solo ±0.8%, coincidiendo en su rechazo a esta gestión. No es solo un número; es un veredicto popular. Y mientras Espinosa ocupa su cargo con la complacencia de un gobierno estatal que mira para otro lado, los vulnerables pagan el precio: niños sin acceso a educación integral, ancianos olvidados en asilos precarios y mujeres atrapadas en ciclos de abuso sin redes de apoyo.
Es hora de que Tlaxcala despierte de esta pesadilla. La presidenta del DIF no puede seguir escudándose en excusas; su puesto 31 de 32 es una sentencia moral. El legado de Mariana Espinosa no será de servicio público, sino de un capítulo oscuro en la historia de la desatención social. Tlaxcala merece más que esto: merece un DIF que proteja, no que avergüence.


