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La Sombra del Limón: Cómo la Aspirante Josefina Rodríguez Zamora Se Acurruca Bajo el Manto de la Corrupción

Josefina Rodríguez Zamora, es la flamante secretaria de Turismo federal y, por si fuera poco, una de las "Fichas"  elegidas por la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros, para disputar la gubernatura en 2027. Pero detrás de su sonrisa de cartelera y sus discursos sobre "destinos soñados", se esconde una red de mentiras académicas y padrinazgos criminales que apestan a extorsión y lavado de dinero. 

Y el detonante de esta semana no es otro que la captura de Édgar Rodríguez Ortiz, alias "El Limones", un operador clave del Cártel de Sinaloa –específicamente de la facción de "Los Mayos"– cuya detención por extorsión y blanqueo de capitales ha salpicado directamente al "padrino político" de la tlaxcalteca: Pedro Haces Barba, el controvertido líder de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM).

La noticia, destapada por La Razón el 11 de diciembre, pinta un cuadro dantesco: "El Limones" fue apresado en Durango por fuerzas federales –SEMAR, Defensa, SSPC y FGR– en operativos que también abarcaron Coahuila. Este tipo no era un pececillo: jefe de plaza en ambas entidades, manejaba las finanzas del grupo criminal Los Cabrera, aliado histórico de Ismael "El Mayo" Zambada desde los noventa y hasta de Joaquín "El Chapo" Guzmán en la sierra duranguense.

Sus delitos? Extorsiones sistemáticas a comerciantes y rancheros en la región de La Laguna, y un lavado de dinero tan descarado que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) lo detectó por depósitos millonarios injustificados, transferencias a empresas fachadas y compras de mansiones, autos de lujo, joyas y relojes que harían sonrojar a un narco de telenovela. En los cateos, incautaron cinco armas largas, una corta y equipo táctico, como si estuviéramos en una sucursal de Rambo meets Scarface.

Pero lo que convierte esta captura en un escándalo mayúsculo es el hilo que la une a la CATEM. Rodríguez Ortiz no era un simple matón; figuraba como "secretario de organización" en Durango para el sindicato de Haces. Fotos y publicaciones en redes sociales de la CATEM lo muestran luciendo chalecos con el logo del gremio, posando junto al propio Haces. ¿La respuesta de la CATEM? Un desmentido tan tibio como un café de máquina: "Édgar ‘N’, alias Limones, no tiene ni ha tenido ningún vínculo con CATEM", declaró el líder sindical, mientras la FGR allanaba sus oficinas en Gómez Palacio. 

Es como decir que un elefante no pisa un hormiguero porque no lo ve. Omar García Harfuch, titular de la SSPC, lo dejó claro: esta detención es "un golpe directo a las redes de extorsión", alineado con la Estrategia Nacional contra la Extorsión impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum. Y mientras tanto, la CATEM, esa supuesta defensora de los trabajadores, acumula acusaciones de extorsiones en el norte del país, donde sus "cuotas sindicales" suenan más a amenazas que a derechos laborales.

En Tlaxcala donde la impunidad se viste de chaleco turístico. Josefina Rodríguez Zamora no es una política emergente por méritos propios; es una creación de Pedro Haces, su padrino político que la catapultó primero a la Secretaría de Turismo de Tlaxcala y luego al puesto federal. Gracias a los favores y conexiones de Haces –ese mismo que ahora huele a extorsión– Zamora ha escalado sin mayor escrutinio. ¿Y qué hace ella ante el escándalo? Nada. Silencio sepulcral, como si "El Limones" fuera un mal sueño de fin de año.

Pero la hipocresía de Zamora va más allá: recordemos cómo mintió descaradamente sobre su formación académica, jactándose de una Maestría en Alta Dirección que resultó truncada, un detalle que borró a toda prisa de los sitios oficiales del Gobierno Federal cuando el escarnio público la alcanzó. ¿Mentiras curriculares? Pequeñez comparada con el hedor de extorsión que emana de su mentor. 

No conforme con falsear su CV, ahora su carrera pende de un hilo criminal que podría arrastrarla al abismo.

Y aquí entra el verdadero cáncer: Lorena Cuéllar Cisneros, la actual gobernadora de Tlaxcala, ha ungido a Zamora como una "ficha" para 2027. No es casualidad; es cálculo puro y duro. Cuéllar, cuyo sexenio ha sido un monumento a la inseguridad –con un Tlaxcala de linchamientos, feminicidios y trata de personas–, la opacidad presupuestal que roza la negligencia y una corrupción que permea desde los ayuntamientos hasta las secretarías, busca un sucesor que custodie su "legado".

Zamora, con su perfil dócil y sus lazos con Haces, garantiza que las investigaciones no avancen, sea un blindaje de los contratos turbios y sigan fluyendo y que el erario tlaxcalteca siga sirviendo a unos pocos.

En un estado donde el turismo debería ser motor de desarrollo, pero se ahoga en promesas vacías y desvíos, apostar por Zamora es apostar por más de lo mismo: un Tlaxcala de postal para los votantes, pero de pesadilla para los que viven la realidad.

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