• Tlaxcala
  • Luis Castillo
Abandono del patrimonio histórico en Tlaxcala y Escalinatas, una vergüenza bajo la gestión de Alfonso Sánchez García

La capital del estado más pequeño de México, orgullo nacional por su riqueza histórica y cultural, se encuentra sumida en un deplorable estado de abandono y suciedad en sus sitios más emblemáticos. 

Lugares como los alrededores de la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, la zona aledaña a la Capilla del Vecino y las icónicas Escalinatas de los Héroes lucen invadidos por basura, botellas vacías de alcohol, plásticos y desechos acumulados, proyectando una imagen de negligencia absoluta que avergüenza a locales y ahuyenta a visitantes.

Las fotografías que circulan en redes sociales publicadas por ciudadanos indignados, hablan por sí solas: montones de residuos en áreas verdes contiguas al ex convento de San Francisco, grafiti vandálico en muros históricos, bolsas de basura rebasando contenedores en portales y entradas turísticas, y un olor fétido que impregna zonas como las Escalinatas de los Héroes, un mirador emblemático en honor a los próceres de la Independencia y la Revolución. 

Este sitio, que debería ser un punto de orgullo cívico y turístico, se ha convertido en un basurero al aire libre, con evidencias claras de consumo de bebidas alcohólicas y descuido total por parte de las autoridades municipales.

La responsabilidad recae directamente en el presidente municipal de Tlaxcala de Xicohténcatl, Alfonso Sánchez García, quien asumió el cargo en agosto de 2024 y ha demostrado una preocupante prioridad: su autopromoción personal por todo el estado en busca de la candidatura de Morena a la gubernatura en 2027. Sánchez García encarna el clásico "candil de la calle y oscuridad de su casa": mientras recorre municipios ajenos posando en eventos y redes sociales, la capital que juró servir se hunde en el deterioro. 

Su gestión ha ignorado sistemáticamente el mantenimiento básico de espacios públicos, permitiendo que el Patrimonio Mundial de la UNESCO —un reconocimiento que debería obligar a un cuidado ejemplar— sea tratado como un tiradero clandestino.

Este abandono se suma a un panorama de inseguridad creciente en la capital, donde el 67.1% de los habitantes percibe inseguridad según datos del INEGI para 2025, y donde delitos como extorsiones a comerciantes y robos afectan diariamente la vida cotidiana. La acumulación de basura no solo daña la imagen turística —en un estado que presume su herencia colonial—, sino que genera focos de infección y contribuye a un ambiente de impunidad que fomenta el vandalismo.

Peor aún, esta negligencia cuenta con la complicidad implícita de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, quien solapa estas calamidades en la capital con tal de proteger y posicionar a su "delfín" político para las elecciones de 2027. En lugar de exigir resultados concretos al ayuntamiento de su mismo partido, el gobierno estatal parece priorizar alianzas electorales sobre el bienestar de los tlaxcaltecas y la preservación de su legado cultural.

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