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Desde que llegó Irma Garay y su progenitor Silvano Garay Ulloa al estado de Tlaxcala solo se han enriquecido aprovechándose de la pésima capacidad de organización de los petistas.
La familia Garay es originaria de Monterrey y tanto el padre como la hija han estado en las curules del Congreso del Estado gracias al voto que arrojan los tlaxcaltecas en cada elección.
Irma ya tuvo la oportunidad de ser diputada federal a propósito del arrastre que provocó la votación histórica de la actual gobernadora, Lorena Cuéllar Cisneros, y no precisamente porque la gente prefiera a Monterrey en lugar de Tlaxcala.
Ha sido una legisladora ausente, nunca se le ha visto del lado de los tlaxcaltecas, pero hoy regresa muy amable a pedir el voto de los ciudadanos porque se le dio la gana reelegirse.
El negocio está entre Silvano e Irma y el escalón son los petistas que todos los días trabajan para mantener de pie al partido, pero que al final los tienen comiendo de la mano, porque tienen claro que el poder es solo para la gente “fifi”.
Cabe agregar que, a través de un sondeo ciudadano, no hay posibilidades de que la regiomontana logre su permanencia en la curul de la cámara baja del Congreso de la Unión, los ciudadanos ya están hartos y viene en camino el voto de castigo.