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  • Luis Castillo
En la toma de protesta de Marco Mena el gobernador recurre a un discurso setentero alejado de la realidad del estado.

Recordando las épocas de los setenta en donde el gobernador no imponía sino daba señales de quien era el elegido, Mariano González Zarur dio un discurso poco alentador a los priistas reunidos en el Consejo Político estatal para nombrar a Marco Mena Rodríguez como su dirigente y confirmar lo alejado que vive de la realidad de un estado que le da sólo 22.4 de calificación de los 100 puntos posibles, considerándolo como el peor gobernador del país.

El gobernador en su discurso remembró las épocas de Emilio Sánchez Piedras hace casi 40 años, recordando que por aquellos tiempos el gobernador mandaba las señales de a quien se debía apoyar o quien era “el gallo”, manifestando que el PRI se caracteriza por la institucionalidad olvidando que por aquellos ayeres no existían mediciones de popularidad ni existía la libertad que hoy ofrecen las redes sociales y el internet.

Mariano justificó los resultados que el PRI obtuvo en 2012 y 2013, mencionando que en 2006, 2007 y 2009 cayó el tricolor a ser la tercera fuerza electoral y arremetió contra sus antecesores al comentar que en 12 años no aprendieron a ser gobierno y conminó a los presentes a dejar rencores y abrirse a la sociedad, sin mencionar que los rencores han sido precisamente los que han marcado su gobierno que lejos de generar progreso se ha visto sed de venganza política.

El gobernador sin vergüenza dijo “ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, frase que debería aplicársela y plantearse por qué Mitofsky lo evalúa como el peor gobernador del país con sólo 22.4 puntos de los 100 posibles, todavía por detrás de ejecutivos cuestionados como el ex gobernador de Guerrero o el de Michoacán.

El tono de su discurso fue subiendo al grado de que en momento casi grita mostrando el ocaso de un gobernador que nunca se ha sentido como tal, apelando a la política de apertura, pluralidad y cordialidad, misma que no lo entendieron desde un principio de gobierno los policías golpeados y despedidos, la gente de la tercera edad, los maestros o los burócratas del estado que sufrieron la represión de Mariano muy distante a ese discurso conciliador a unos meses de la elección federal.

Agregó a su discurso que lo que menos debe hacer él son señalamientos o enfrentamientos y debe de sumar, esto después de que se enfrentó con la sociedad entera, repitiendo excesos que él mismo dijo que no haría “en mi gobierno ni familiares ni amigos” y el claro ejemplo es la mama del “yerno mantenido”, Maricarmen Mazarraza que es directora en el gobierno del estado y su hija que fue beneficiada con una licitación.

Mariano además dijo que si ha hecho política es porque lo han impulsado, porque alguien ha querido que haga política y no comentó que alguien evalúa su gobierno como el peor del país y que en la encuesta aplicada por Mitofsky los tlaxcaltecas no ven bien su administración y aunque la pregunta no fue hecha, esos mismos que evalúan mal su gobierno seguramente pedirían su destitución por la falta de resultados.

Agregó que siempre ha entregado buenas cuentas y pidió hacer a un lado intereses personales y de grupo, pidiendo que se anteponga el interés del PRI, de Tlaxcala y de México.

En respuesta la mayoría del auditorio de priistas y “chapulines” que acudieron al “besamanos” explotaron en aplausos a un mandatario en donde en ninguna otra parte podría ser aplaudido salvo por quienes tienen esos intereses personales que dice Mariano hay que dejar a un lado, asistentes que tienen o han tenido cargos.

Se olvidaron de los priistas que por años han trabajado en las filas del tricolor, esos que no conocen a Marco Mena porque el delicado señor nunca estuvo en campañas ni haciendo labor política, esa militancia que reprueba la imposición y la intolerancia del marianismo apropiado del PRI en Tlaxcala.

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