Los priistas de Tlaxcala aseguran que el asunto de las cuatro camionetas Sprinter Mercedes-Benz en que se trasladaron y, supuestamente, se violaron los paquetes electorales de Apizaco es un cuentazo de los panistas que no saben perder, una leyenda urbana.
Lo cierto es que al recontarse los paquetes de las secciones 16B, 16C y 47C, que los panistas aseguran que llegaron abiertos tras los 55 minutos de recorrido en esas camionetas "con vidrios polarizados y cortinas", los votos nulos se multiplicaron, y la ventaja de 192 votos del candidato Jorge Luis Vázquez se transformó en una de nueve de su adversario, el priista torero y banderillero Rafael Ortega Blancas.
"Abrieron los paquetes y tacharon y alteraron las boletas en las camionetas", me dijo ayer Jorge Luis Vázquez. "Por eso vamos a impugnar la elección y a demandar penalmente a los responsables del consejo electoral municipal".
Al cuarto para las ocho de la noche de aquel largo miércoles 10 de julio, el consejo municipal concluyó el proceso y declaró ganador a Ortega Blancas.
"Tenemos en nuestro poder las pruebas necesarias para demostrar el fraude descarado", asegura la senadora del PAN, la tlaxcalteca Adriana Dávila. Fraude ruin, el fraude del siglo, repiten los panistas. Señalan al gobernador Mariano González Zarur, al delegado del PRI en el estado, el tamaulipeco Manuel Cavazos Lerma, y al auxiliar distrital del Instituto Electoral de Tlaxcala, y responsable de la logística del traslado de los paquetes, Jesús Moreno.
Parece, huele y sabe a fraude de escándalo. La milagrosa, asquerosa, multiplicación de los votos nulos.