- UAT
La grandeza de las instituciones, radica en la grandeza de sus hombres, en el aporte y entrega cotidianos para que su obra trascienda y se arraigue en la comunidad. Por ello, la Universidad Autónoma de Tlaxcala ha cimentado su presencia como factor de cambio y de transformación para la sociedad, a partir del trabajo y desempeño de los miles de profesionistas que de ella han egresado.
Este servicio educativo no se habría consolidado, por supuesto, sin la labor cotidiana y comprometida de sus docentes, investigadores y trabajadores administrativos, en quienes la cultura de la calidad ha ido permeando de tal manera, que hoy por hoy nuestra Institución se ha vuelto un referente universitario de programas y procesos educativos acreditados y certificados en ámbitos de evaluación nacionales e internacionales. Fue determinante, para lograrlo, la visión de quienes me han precedido en la gran responsabilidad de dirigir los destinos de la Autónoma de Tlaxcala.
He sostenido que la universidad es creadora de futuro, cuando finca su razón de ser en la enseñanza, el desarrollo del intelecto y del espíritu de sus estudiantes, atendiendo con presteza sus funciones sustantivas para, en un punto de convergencia, propiciar la formación integral de los mismos.
La Universidad genera futuro cuando asume la mejora continua como parte de su ethos y está a la búsqueda de nuevas prácticas que detonen en la formación del estudiante.
Es creadora de futuro cuando establece en sus foros una agenda de temas, por demás pertinentes, que aporten soluciones a las problemáticas que agobian a nuestra población, como la inseguridad, el analfabetismo, la salud, la crisis de valores, la equidad y la educación, por mencionar solo algunos.
Tres son las tareas inherentes a la Universidad: enseñar, generar y transmitir el conocimiento. En la UAT, hemos tenido altura de miras y hemos ido más allá, al considerar la autorrealización como el cuarto eje sustantivo y transversal, que alienta la formación plena del individuo.
Desde esta Casa de Estudios, hemos abonado a la trascendencia del ser, porque un individuo mejor habilitado cambia su perspectiva del mundo y es un agente de cambio en su entorno inmediato. El individuo, como afirmaba Kant, orienta su pensamiento hacia otros estadios de desarrollo, busca alimentar su intelecto, potenciar su creatividad y su capacidad de innovar.
En un ejercicio dialéctico, deja de ser lo que antes era para convertirse en una persona diferente y esa transformación se gestará de manera continua, porque así es el derrotero del conocimiento, siempre nos lleva por caminos inesperados que nos alientan a seguir aprendiendo.
Y lo que queremos para nuestra sociedad es el progreso, es dar la oportunidad de que las nuevas generaciones aspiren a una vida mejor, a partir del conocimiento y de la formación que reciben en el claustro universitario.
En esta importante tarea hay un actor principal: el docente. Y enseguida voy a referirme a nuestro galardonado, el Dr. José de Jesús López Monroy, quien es muestra de entrega y de compromiso en las aulas universitarias, además de su larga trayectoria como jurista y hombre de ciencia, misma que ya escuchamos en la lectura sucinta de su currículum.
Sus estudiantes del Centro de Investigaciones Jurídico Políticas admiran de él su prodigiosa memoria, su serenidad y esa felicidad interna que proyecta cuando está en las aulas. Dicen de Usted, Dr. López Monroy, que es un hombre pleno, con una vivacidad envidiable y una nobleza que habla de la grandeza de su ser. Usted ha dejado un poco de sí mismo en cada uno de sus estudiantes, y ese legado será imperecedero.
Su práctica como jurista y como catedrático dejan constancia de las cuatro virtudes cardinales, reconocidas por los griegos en el estado ideal del hombre: sabiduría, valor, autodominio y justicia.
El maestro chileno, Máximo Pacheco Gómez, describe al profesor universitario de la siguiente manera: “El profesor universitario debe encarar las más nobles cualidades, el ideal de ser ejemplo de personalidad moral, cultural y científica, porque el verdadero maestro es un mensajero de los valores eternos…; el buen profesor universitario no es aquel que solamente posee sólidos conocimientos científicos y moderna información, sino aquel que a ello une la claridad y la consistencia interior, mediante el conocimiento sereno y honrado de sí mismo, y cuya vida privada, docente y profesional son intachables”.
Estarán de acuerdo conmigo en que esa es una excelente semblanza del Dr. José de Jesús López Monroy, a quien la Universidad Autónoma de Tlaxcala ha impuesto el grado de Doctor Honoris Causa, en justo reconocimiento a su brillante trayectoria, a sus méritos excepcionales y a la valiosa aportación que ha hecho a la ciencia jurídica y a la enseñanza del Derecho, lo cual, sin duda, repercute a mejorar las condiciones de vida de nuestra sociedad.
Honor a quien honor merece, porque don José de Jesús López Monroy ha aportado mucho al engrandecimiento de nuestra Universidad, contribuyendo al prestigio del que goza —a nivel nacional e internacional—, el Centro de Investigaciones Jurídico Políticas, espacio que a 31 años de su creación, bajo la dirección de un brillante universitario, el Dr. Serafín Ortiz Ortiz, exrector de esta Casa de Estudios, se ha convertido en plataforma obligada para el estudio de la ciencia jurídica, pues va siempre a la vanguardia en el abordaje de temáticas que tienen un alto impacto social.
Reitero nuestro reconocimiento y la fortuna de contar con docentes que han dejado constancia de entrega, compromiso, honradez y sabiduría en las aulas, para abonar a la justicia social que permea en nuestra comunidad a través del conocimiento.
Si bien nuestra Casa de Estudios es una institución joven, con apenas 36 años de actividad, próxima a cumplir 37, su impacto es contundente y seguirá su curso de posicionamiento, en una ruta perfectamente delineada. Nuestro paso es seguro y seremos perseverantes para alcanzar las nuevas metas que se ha trazado la comunidad universitaria.
Desde este claustro universitario, desde el ejercicio de nuestros docentes, investigadores y el desempeño de nuestros egresados, se hace patente una realidad irrefutable: seguiremos avanzando y seguiremos impulsando la transformación de Tlaxcala, entregando buenas cuentas a la sociedad que nos sustenta.
LA UAT ES SU CASA POR SIEMPRE
POR LA CULTURA A LA JUSTICIA SOCIAL