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Un total de 25 personas heridas por la explosión en Nativitas recibieron tratamientos especiales en su piel.

Veinticinco de los 131 sobrevivientes de la explosión de pirotecnia ocurrida en marzo pasado durante una procesión de católicos en el Municipio de Nativitas, Tlaxcala, fueron sometidos a una cirugía de reconstrucción de piel en rostro y extremidades como consecuencia de las quemaduras que sufrieron.
 
A la fecha, la mayoría de esos pacientes y quienes quedaron con alguna discapacidad, continúan en tratamiento médico en hospitales de la Secretaría de Salud (Sesa) local, aunque ya fueron dados de alta, reveló el único médico cirujano plástico que tiene en servicio la dependencia, Blas Domínguez Reyes.

"Seguimos viendo a los pacientes, seguimos con las secuelas de quemadura, bridas y todo eso", expresó en entrevista.

El médico detalló que 25 de heridos con quemaduras moderadas requirieron de una cirugía plástica para reconstruir tejidos hasta donde fue posible, tras la detonación de los cohetones.

"Como siempre, no toda la gente va a quedar conforme; desgraciadamente, después de una quemadura, ya nada es igual. Nunca les vamos a poder devolver la normalidad, jamás. Y, entonces, hay gente a la que le cuesta trabajo asimilar eso", indicó.

Ante ello, Domínguez Reyes explicó que los pacientes reciben también terapias psicológicas, a efecto de superar los cambios en su vida tras una quemadura, pues parte de los heridos apenas se encuentra en la etapa de cicatrización de sus lesiones.

Los casos más graves fueron remitidos y atendidos en el Centro Nacional de Investigación y Atención a Quemados (CNIAQ), así como en el extranjero a través del hospital Shriners de Galveston, Texas.

La explosión en referencia ocurrió el 15 de marzo de este año, cuando cientos de feligreses trasladaban en procesión una ofrenda de miles de cohetones hacia el templo de Jesús de los Tres Caminos, santo que se venera en la comunidad de Tepactepec, Nativitas.

Presuntamente un cohetón que lanzaron encendido y que se atoró en el cableado eléctrico, provocó que la pirotecnia que cargaban los católicos sobre sus hombros, se incendiara, lo que en su momento dejó un saldo de 11 muertos y 154 heridos esparcidos sobre la calle Santa Ana.

Al dar de alta al total de los pacientes, la Sesa informó que 23 personas fallecieron y 131 sobrevivieron, algunas con severas secuelas.

De acuerdo con la estadística médica de la Sesa, sobre la evolución de los heridos por la explosión, 30 quedaron discapacitados, ya que 8 de ellos sufrieron la amputación de piernas y brazos; otros resultaron con daños en los ojos, mientras que otra cantidad padece deterioro del sentido del oído.

Domínguez Reyes aseveró que la explosión "fue algo grave, terrible e indeseable", sin embargo, expuso que feligreses de otras comunidades no han cambiado sus costumbres, pese al riesgo.

"No se le ha dado su verdadera dimensión, y la prueba está que en los pueblos se sigue echando cohetes, pero eso ya es problema de nosotros como población, porque la explosión no dejó la escuela que yo esperaba", acotó.

 

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