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  • Pedro Morales
Huamantla se convirtió también en la plaza de toros más grande.

Huamantla, Tlax.- Tras dos horas de emociones por las calles de Huamantla, el secretario de salud Jesús Fragoso Bernal indicó que el saldo preliminar de este evento fue prácticamente blanco, con dos lesionados por cornada.

Esto mientras se hace un recuento total de los puestos de socorro y al concluir el encierro de los toros en sus cajones, tras dos horas de brindar emoción y diversión a los miles de asistentes a esta tradición.

Los cohetones fueron puntuales en esta ocasión, para liberar a los furiosos bureles que arremetieron contra lo que se moviera, ahí comenzaron las emociones para los asistentes y ese es el chiste de la Huamantlada.

Aficionados a la fiesta brava llegaron con sus capotes y apoyos, para dar aunque sea unos cuantos pases a los toros, algunos otros fueron para recordar viejos tiempos, pero la emoción de dar un buen pase es la satisfacción de sentirse un triunfador.

Aunque sea por breves momentos, los pases fueron algunos lucidores, otros descompuestos y algunos “maletillas” fueron desarmados y puestos en vergüenza, muchos fueron los sustos.

A medida que avanzaba la Huamantlada, el alcohol hacia su efecto, lo mismo que la cerveza y el pulque, por fortuna se nublo un poco y bajó el calor, un hombre bastante obeso trató de ponerse a salvo en la Matamoros, pero no le dio tiempo, cayó estrepitosamente y quedo frente al toro, pero no le hizo nada.

Caídas, raspones y descuidos afortunadamente nada grave, fue la constante para regocijo de los asistentes, entre memelitas, frituras, quesadillas vendidas a precio elevado, lo mismo que agua y refrescos llevaron a gastar su dinerito a las familias.

Realmente no se puede apreciar mucho, los toros pasan muy rápido y como la gente no se puede mover del lugar en que se encuentra, por la aglomeración, a la hora se aburre.

Esporádicamente se dan chispazos, pases y capotazos de ensueño y la gente con eso se conforma, va siendo momento de recorrer el entorno, mujeres muy guapas, luciendo en todo su esplendor son la delicia de los caballeros.

Ellas a su vez no van gratis, también se van  a dar su taco de ojo con los rancheros, muchas y muchos de ellos van vestidos a la usanza vaquera, pantalones ajustados, botas y sombrero es el atuendo de moda.

Pero sigue la ingesta de alcohol, aumenta la valentía, los toros por su peso se cansan pronto, se juntan en manada y como no acostumbran caminar por el pavimento, se niegan a moverse.

En esta ocasión la desorganización fue tal, que ni se molestaron en detonar los cohetones para anunciar el encierro de los toros en sus cajones, es precisamente al final cuando hay más percances.

Los toros reponen fuerzas, se rehacen y agarran desprevenidos a los ebrios, es cuando hay más heridos graves, lazarlos es complicado y mucho  más meterlos en sus cajones.

Mientras los policías municipales hacen su agosto, ante la desesperación de quienes ya van de regreso a sus destinos, se aprovechan para aplicar sanciones inexistentes.

Lo peor es que a la salida, ya en carretera los esperan los retenes, que es otro desplumadero porque hay aliento alcohólico y otras infracciones que se cometen después de la fiesta.

Total que el saldo de lesionados y heridos se dará a conocer en una par de horas, en tanto la gente se prepara para la corrida, mientras se despejan las calles de las pandillas y así transcurre otra Huamantlada más, la de esta edición 2013.

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