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El hijo de César González desapareció el pasado 26 de septiembre junto con otros 42 normalistas de Ayotzinapa.

AYOTZINAPA.- A César González, un hojalatero de Tlaxcala, se le quiebra la voz.

"Yo no creo lo que dicen las autoridades. Sé, y tengo fe, que mi hijo está vivo", dice el hombre, quien al igual que los otros padres de los 43 desaparecidos viven en la normal desde hace 44 días, esperando volver a ver familiares con vida.

César, quien dejó su taller mecánico en Tlaxcala, aguarda a tener noticias del paradero de su hijo, César Manuel González, quien desde niño estaba convencido de ser maestro rural.

En la conferencia, César González expresó que confía en Dios de que su hijo pronto regresara vivo.

Exigió al Presidente Enrique Peña Nieto cumplir los compromisos que firmó con los padres el pasado 29 de octubre en Los Pinos.

"Usted, señor Presidente, no ha cumplido. Ya basta de decir que nuestros hijos los encuentran en fosas y destazados", reclamó.

En Huamantla, su hija Brenda -también estudiante normalista- ha convocado a marchas para exigir la presentación con vida de su hermano César Manuel.

César recuerda que el viernes 26 de septiembre su hijo les envío un mensaje de texto por celular.

Le dijo que estaba bien y que había terminado de desayunar en el comedor de la normal.

Después de ese mensaje, comentó, ya no supo más de él.

Según testimonios, César Manuel sobrevivió a los dos ataques a tiros que él y sus compañeros sufrieron la noche del 26 de septiembre en Iguala.

Primero fueron agredidos por policías municipales y enseguida por un grupo de sicarios.

Más tarde, César Manuel y los otros 42 jóvenes habrían sido detenidos por la Policía Municipal de Iguala y entregados a individuos armados del grupo delictivo Guerreros Unidos.

César González dijo que en Dios deposita su única esperanza para encontrar a su hijo con vida.

"No duermo, apenas como, pensando en él. Poco a poco se me está yendo la vida", dice con voz apagada.

Guarda silencio, se aleja del tumulto y camina hacia un rincón de la normal, a la espera de volver a ver a su hijo.

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