- Tlaxcala
El junior de Tlaxcala continua en su empecinamiento por ser diputado federal por el distrito con cabecera en Apizaco, utilizando todos los recursos disponibles en su mano para hacerse primero de la candidatura y posteriormente dejar eso de ser nini para lograr un lugar dentro del próximo Congreso federal y posteriormente aventurarse a ser senador y saltar a la gubernatura sin contar con méritos propios.
Desde antes de que llegara la franquicia del club Pachuca a Tlaxcala mediante la filial ahora llamada los Coyotes de Tlaxcala, se dio a conocer a través de este medio el trasfondo para que el gobierno incumpliera con la concesión del estadio Tlahuicole a los Linces de Tlaxcala –que habían dado alegrías a los tlaxcaltecas- para que llegara el equipo de junior por las aspiraciones de destacar dentro de la política.
Llegaron los Coyotes de Tlaxcala y los Linces de segunda división premier tuvieron que buscar otra sede, en su mismo estado les habían incumplido pese a los millones de pesos invertidos en el Tlahuicole, el equipo de Marianito debía tener primicia para utilizar las instalaciones y hacerse una figura política.
Una vez que inició la temporada se le ha visto al junior acudir de manera continua al estadio Tlahuicole a convivir con “el tejido social roto” y “tirar rostro”, al grado de que en ha sido captado por las cámaras tratando de ser visto por aquellos que gustan del futbol y que lo podrían ver con buenos ojos para ser diputado federal.
En su perfil de Facebook le etiquetaron fotos en donde se muestra de manera clara que se encuentra en plena campaña para hacerse popular, después de que en la temporada pasada los Linces de Tlaxcala demostraran que puede haber una afición importante en el estado que junior pretende transformarlos en seguidores para que logre sus ambiciones.
La mercadotecnia en favor del PRI es tan clara que los colores que luce el uniforme de los Coyotes es el mismo que caracteriza al partido en el poder, mandando un mensaje claro que en conjunto con las apariciones de junior con esos que llaman “el tejido social roto” muestran los planes para hacer del deporte un negocio político.