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  • Samantha Páez
En la zona norte de Tijuana abundan los "congales", donde a pesar de su modestia hay de cinco a siete vigilantes y cámaras de seguridad

De cada diez jóvenes que trabajan en el sexoservicio en la zona fronteriza de Tijuana, ocho o siete provienen de Puebla, Oaxaca y Tlaxcala, asegura Betzabé Sandoval Cambustón, integrante de la Organización R8 32, que se dedica a ayudar a menores de edad víctimas de la trata.

De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), cuatro de cada diez mexicanas explotadas sexualmente en el extranjero son poblanas. Y según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el principal corredor para sacar a mujeres del país es el de Puebla-Tlaxcala-Estados Unidos.

Víctimas del engaño

Betzabé se acuerda muy bien de dos chicas poblanas, las dos mayores de edad, que llegaron a la ciudad de Tijuana, Baja California, engañadas por sus novios.

A una de ellas se la presentó una niña del albergue que tiene R8 32 con otras organizaciones. La fueron a ver en la madrugada a su departamento, en ese momento no la vigilaban y pudo salir.

"Estaba completamente inmersa en la prostitución", dice Betzabé. "Nos decía: está mi novio, estamos ahorrando, vamos a comprar una casa".

La jovencita no pudo estar ni hora fuera de su casa, se puso muy nerviosa, casi histérica, porque tenía miedo que le hicieran algo a su familia si no la encontraban.

Años atrás conoció a un joven y se enamoró. Él le prometió que se casarían y fueron a hablar con la familia, los convenció que en Tijuana llevarían una buena vida y se la entregaron. "No sólo las enamoran a ellas, también enamoran a las familias", comenta Betzabé.

La CNDH refiere, en su Diagnóstico sobre la Situación de la Trata de Personas en México, que la principal forma de enganche de los tratantes es el engaño o enamoramiento, donde los tratantes abusan de la relación de confianza construida con la víctima e, incluso, se llegan a procrear hijos con la víctima para forzar la explotación sexual.

Terror como estrategia

En la zona norte de Tijuana abundan los "congales", donde a pesar de su modestia hay de cinco a siete vigilantes y cámaras de seguridad. En esos sitios, cuenta Betzabé Sandoval, es donde se vende a las mujeres.

Los integrantes de la Organización R8 32 recorren la parte norte de la ciudad por las madrugadas tratando de hablar con las jovencitas y niñas que trabajan allí, sorteando a los padrotes y a los policías que muchas veces son cómplices. Tratan de convencerlas de que tienen otras opciones y de que no le deben nada a nadie.

"En el momento en que ellas se dan cuenta que son individuos, que tienen derechos, de que no son una cosa o una mercancía, en ese momento puede empezar una libertad en sus propias vidas", sostiene la activista.

Aunque en muchos de los casos ya es tarde, porque el terror que tienen las víctimas las paraliza, porque si primero lo hicieron de manera voluntaria para "ayudar" a sus novios, luego lo hacen por los golpes y la violencia.

La red de la trata de personas en México es grande y sofisticada, desde la persona que las enamora, hasta el que las explota, quien las vigila, los que les dan de comer y quienes compran la “mercancía”.

Para Betzabé los factores que empujan la problemática son la pobreza, la falta de identidad en la familia, la falta de afecto, la migración y la discriminación.

La CNDH refiere que el estado de vulnerabilidad de la víctima es un factor importante para la trata de personas.

En Puebla las principales zonas de enganche son los municipios alejados, como Tehuitzingo, Tezuitlán, Tepeaca, Chignahuapan, Esperanza, San Miguel Xoxtla, Nopalucan, Atlixco, Acatlán de Osorio, Zoquiapan, aunque el comercio se da en la zona centro de la capital.

Trabajo preventivo

Betzabé comenta que el problema de la trata se da en todo el país, pero Tijuana es un caso especial porque comenzó siendo un lugar de tránsito para llevar a las chicas a Estados Unidos, pero debido al incremento de la seguridad fronteriza se volvió destino.

Por eso R8 32 decidió involucrarse, sobre todo en la parte de prevención.

"Específicamente en el área de Tijuana, donde nosotros estamos operando, nuestro frente es el tema de prevención y colaboramos con otra organización para el albergue que tenemos, tenemos doce niñas, la más pequeña tiene nueve años y la más grande tiene 17", dice Betza.

Para ello la organización desarrolló desde 2012 el programa "¿De qué se trata la trata?", para impartirlo en primarias, secundarias y preparatorias. Además funge como un motor de detección y apoyo hacia las víctimas de la trata, proyectando los medios para su rehabilitación y la reinserción a la comunidad.

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