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Hay 149 victimarios sentenciados por trata de personas desde 2013. Ninguno ha salido de prisión, pero reformas impulsadas por una senadora tlaxcalteca podrían abrirles los cerrojos de la cárcel.
TRATA INFANTIL / PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN
Sentado en el asiento trasero de un vehículo policiaco, 'El Águila' hace cálculos para saber cuánto dinero tiene y cuánto puede ofrecer a los oficiales que lo han detenido. Es una rutina que conoce casi de memoria. Lo han arrestado, al menos, una docena de veces en los últimos seis años. Y en ocasiones unos cuantos miles en efectivo bastan para salir del apuro.
“A ver, jefe, arreglémonos. Dame ‘ley fuga’ y te paso 10 mil pesos”, dice el padrote, con decenas de víctimas repartidas en la tierra que hay entre Tijuana y el Distrito Federal. “Date la vuelta, estamos cerca de mi casa”.
Lo acaban de arrestar en La Merced. Descansaba en un hotel, luego de un viaje a la zona de Tenancingo, Tlaxcala, su pueblo natal conocido como “el semillero de padrotes”, donde las familias suelen heredar a sus hijos los modus operandi para enganchar mujeres en redes de explotación sexual. Lo flanquean cuatro agentes de la Policía de Investigación del Distrito Federal, quienes después de meses de seguirle la pista lo han capturado para que responda por denuncias de víctimas secuestradas.
“Mira hijo de tu puta madre, si estuviéramos hablando de que te robaste unos carros… ¡y ni así, pero te metiste con niñas!”, le grita un agente, quien tira un codazo al hombro de 'El Águila', con ganas de dar en la nariz.
HISTORIAL. El 8 de octubre de 2013, un año después de que la actual ley contra la trata de personas cumpliera un mes con su reglamento, el Senado presentó una iniciativa para hacer cambios. (Foto: ILUSTRACIÓN: EKO )
E'l Águila' calla. Espera a que la tensión baje y ofrece 20 mil pesos. Luego 50 mil. El auto policiaco se acerca cada vez más al búnker de la Procuraduría capitalina, donde lo espera un expediente que lo llevará a la cárcel. Propone 100 mil pesos. “¡Ya, ya, 500 mil y se dan la vuelta!”. Pero el volante no gira. Desesperado, el padrote lanza su última oferta: un millón, en efectivo.
Por 30 minutos, los agentes que ganan menos de 200 mil pesos al año resisten el soborno. La tentación desaparece para ellos cuando sientan a 'El Águila' frente a su última oportunidad de esquivar un dormitorio en un reclusorio: la jefa, la fiscal actual antitrata, Juan Camila Bautista, artífice de su detención y encargada de tomar su declaración antes de encerrarlo.
“Fiscal, deme ‘ley fuga’ y yo le doy dos millones de pesos frescos, en billetes”, dice 'El Águila' a la fiscal. Por un segundo, la sala ubicada en la colonia Doctores se queda en silencio.
Como una langosta
Mientras otros chicos de su edad pensaban qué querían hacer al cumplir la mayoría de edad, Gustavo, a los 14, ya sabía qué vida quería imitar: la de 'El Langosta', un tipo hosco con una vida muy distinta a la de sus padres, profesores de música. A donde se movía, al proxeneta lo seguían mujeres, carros y raudales de billetes.
Era 1993. Gustavo estudiaba cada movimiento de su vecino, un hombre venerado por los políticos tlaxcaltecas de la frontera con Puebla, hombres, mujeres y niños, aunque se supiera que su poder descansaba en esclavas sexuales. Apenas cumplió 18 años, le pidió a un cuñado que lo llevara con 'El Langosta'. Se presentó como un admirador, como fanático del vocalista de una banda de rock. El padrote le vio ambición y lo aleccionó con tres charlas en su mansión de Tenancingo. Luego, le dio su primera orden de trabajo: ir al Paseo Bravo, en Puebla, y enganchar una chamaca de entre 18 y 20 años.
“Yo llevaba unos 20, 30 pesos. Y vi una chava bonita, y veía que muchos se le acercaban y yo sabía que eran padrotes, y decía: ‘Bueno, si a ellos no les hace caso, ¿cómo le voy a hacer?’, pero me las ingenié para acercarme. Yo creo que la agarré porque no me considero desagradable”, recuerda Gustavo, un tipo musculoso, moreno, 1.65 metros de altura, encorvado mientras come frente a mí un tlacoyo.
Así recuerda a su primera víctima. “Una tal Karla. Ya luego la paré (prostituir, en el argot de los proxenetas)”.
A partir de ese enganche se hizo llamar 'El Águila', el padrote que enamoraba, secuestraba y explotaba en Puebla, Edomex y el Distrito Federal. Pero la fortuna la hizo en el norte, donde tenía hasta seis chicas capturadas al mismo tiempo en la zona roja conocida como La Coahuila, en Tijuana. Allá le apostaba a narcos hasta 400 mil pesos en cada mano de póquer.
“En hacer un cumpleaños gasté 800 mil pesos. Contraté a los Huracanes del Norte, a la Arrolladora, Grupo Ilusión… y yo tenía 26 años”, cuenta.
La vida de 'El Águila' era envidiada hasta por criminales veteranos, pero él sentía un vacío. Dormitaba con un ojo cerrado y otro viendo billetes para zafarse de la justicia. Cada soborno le erosionaba la suerte. El vacío creció hasta volverse un hoyo en 2010, cuando en un viaje de regreso de casa de sus padres hacia la capital cuatro empistolados lo subieron a un auto. Los mismos que aguantaron su cañonazo de un millón de pesos. Dos horas después, la fiscal rechazó dos millones. “Me llamó chacal, que no me iba a servir de nada ese dinero, que ella iba a acabar con todo esto”, recuerda.
Ahora está en una cárcel del centro del país. Ahí es donde dice que su sentencia es de más de 20 años y sólo ve una escapatoria: según sus abogados, las reformas a la Ley General en Materia de Trata de Personas que se promovieron en el Senado le darían su libertad.
“¿Qué cartas tienes para salir?”, le pregunto. “Esperar y a ver si cambian estas leyes. Dicen mis abogados que los cambios a la ley me van a beneficiar. Tener paciencia”, dice.
Al preguntarle sobre el intento de soborno, el rostro de la fiscal Juana Camila Bautista se endurece. “Me acuerdo y todavía me enojo”, dice. “Es su último recurso, porque los jueces los mandan a prisión”. Sus manos atenazan una hoja que resume el trabajo de la fiscalía antitrata, que se inauguró el 23 de mayo de 2013: van 676 víctimas mayores de edad en el Distrito Federal, más 18 menores de 18 años. Sus denuncias han resultado en 63 sentencias para 149 tratantes. Uno de ellos es 'El Águila'.
“Nadie ha salido”, ataja la fiscal, orgullosa de su informe. Le pregunto sobre el dicho del padrote: “¿Los cambios a la ley promovidos en el Senado ayudan a padrotes?”.
Silencio. Dice que no puede opinar por ser servidora pública, pero sus gestos dicen otra cosa. Una mueca que podría interpretarse como “sí, se beneficiarían”.
El 8 de octubre de 2013, un año después de que la actual ley contra la trata de personas cumpliera un mes con su reglamento, el Senado presentó una iniciativa para hacer cambios. La presidenta de la Comisión contra la Trata de Personas, la tlaxcalteca Adriana Dávila (PAN), señaló que las reformas propuestas por su equipo incluyen nuevos tipos penales, nuevas conductas delictivas y amplían las agravantes para castigar con mayor severidad a los tratantes.
Sin embargo, al menos 50 asociaciones en defensa de mujeres y niños han hecho público su rechazo a los cambios legislativos, argumentando que su implementación beneficiaría a padrotes y madrotas en busca de su libertad.
Una de las voces más fuertes contra los cambios a la ley es la de Patricia Olamendi, mexicana experta en temas de mujeres ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU: “Es un error que una ley tan nueva pueda ser cambiada rápidamente. Los cambios a la ley van a hacer más difícil que las víctimas prueben la explotación y ayudan a los abogados de los tratantes”.
En contraste, la senadora Dávila enfatiza: “Es falso que los cambios a la ley van a ayudar a tratantes. Los cambios fortalecen la ley para que haya más sentencias. Esperamos que en este periodo legislativo la reforma pueda salir”.
Mientras el desenlace legislativo se define, padrotes como 'El Águila', 'El Oso', 'El Halcón Negro', y otros, tienen la esperanza de que en la esquina de Insurgentes y Paseo de la Reforma se abra una oportunidad hacia su libertad.
Durante la entrevista, 'El Águila' no pierde de vista los tlacoyos en la mesa. La imagen contrasta con el lujo de aquella Hummer y la BMW que tuvo que vender cuando también dijo adiós a las camisas Versace, a las joyas y a los tragos del whisky más caro que pudiera encontrar, aunque le supiera mal. Todo se ha ido en pagar abogados que no le han podido abrir la puerta de prisión.
“Me he acabado todo lo que hice allá afuera, gasto y gasto en abogados, en apelaciones”, dice, con una torcedura de labios que pretende ser una sonrisa. “Los licenciados solamente dicen que meterán el amparo, que ellos van a ver con ciertas amistades y al final del día son promesas no cumplidas. Los delitos que yo cometí fueron muy graves, graves, graves. Las leyes que están ahora… está imposible salir”.
'El Águila' se abate. Cada pregunta le recuerda su ruta fallida hacia la libertad. Si un día lo logra, agotando toda su sentencia, será un hombre libre en la orilla de la tercera edad, sumido en la pobreza, en un mundo ajeno al que dejó cuando se sentía el rey. “Ser padrote y caer es garantía de no salir”, dice, “pero no me siento triste. Aún tengo esperanza”.