- Tlaxcala
Tabasco, Veracruz y Tlaxcala son los tres estados del país en donde Hernán Cortés permaneció más tiempo durante su recorrido hacia México-Tenochtitlán en el año de 1519, sin embargo, hoy son las entidades del país que ocupan los últimos lugares en conservación de sus ecosistemas. Así lo señaló el biólogo José Sarukhán durante la conferencia La naturaleza de la Ruta de Cortés y la transformación del medio ambiente en el Valle de México, impartida la noche del lunes en El Colegio Nacional.
El también Premio Crónica y director de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) reflexionó sobre los tipos de diversidad que los mexicanos han ignorado: la biológica y la cultural de los pueblos indígenas.
“Es importante hacer notar que los tres estados por donde transitó la Ruta de Cortés: Tabasco, Veracruz y Tlaxcala son los tres estados que han perdido la mayor parte de sus ecosistemas, de su capital natural, de su patrimonio natural; están en los últimos lugares de conservación del país. Ha habido decenas de malas decisiones, siglos de poco cuidado y recientemente es cuando ha habido mayores daños”, comentó.
Veracruz, dijo, en algún momento fue el tercer estado con mayor diversidad biológica y ahora es la entidad que más padece la conservación junto con Tlaxcala. “Esto quizá fue resultado de que por ahí empezó todo el proceso de colonización, entonces hubo más poblaciones y más impactos”.
José Sarukhán externó que se hubieran tenido todos los beneficios del encuentro de las dos culturas si hubiera existido más sensibilidad al aprovechar, respetar y valorar el conocimiento de los grupos nativos de México, especialmente el de las plantas.
“México y Centroamérica son uno de los centros de diversificación de cultivos de los cuatro o cinco que hay en el mundo, es decir, han sido las cunas del desarrollo de las plantas cultivadas; son el mantenimiento de la población mundial, lo han sido, lo son y lo seguirán siendo en el futuro”, comentó.
Por eso, el director de la Conabio manifestó su preocupación por los dos tipos de diversidad que México ha ignorado.
“El primero es la diversidad biológica, pensando que con dos o tres soluciones agronómicas o de producción resolvemos las necesidades del país. El segundo, la diversidad cultural de la que hablamos mucho y cuidamos muy poco. Muchos estamos orgullosos del pasado indígena siempre y cuando esté detrás de la vitrina de un museo, pero no en la vida real de los millones de descendientes que quedan”, dijo.
Ellos, agregó, han mantenido la diversidad de alimentos que han ayudado a construir el patrimonio inmaterial de la humanidad llamado gastronomía tradicional.
“Nunca se valora qué significa en este momento tener todavía los cultivos y la diversidad étnica. Cada año se siembran 59 razas nativas de maíz y ¿cuántas ha visto la gente en los mercados? Ese maíz se siembra no porque los campesinos sean miembros de alguna asociación no gubernamental protectora de las razas del maíz sino porque lo valoran y lo usan”.
El también investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) comentó que aún se está a tiempo de mantener el patrimonio natural.
“¿Cómo lo podemos mantener? Estimulando la producción y el consumo de la gastronomía mexicana y del uso de ingredientes legítimos porque ésos están producidos por grupos étnicos que en diversas partes del país siguen produciendo, cuidando y cultivando”, opinó.
HUELLA HUMANA. En la conferencia impartida en el marco del IV Encuentro Libertad por el saber: 1519 A quinientos años, también participaron los ecólogos Exequiel Ezcurra y Carlos Galindo, este último presentó un video hecho por la Conabio sobre los ecosistemas que admiró Hernán Cortés desde su llegada a Cozumel hasta su incursión a México-Tenochtitlán.
El video se hizo basado en la Segunda Carta de Relación de Hernán Cortés; en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo y en el libro Ruta de Cortés, del Club Citlaltépetl de Nicanor Gorráez. También se usó el mapa de vegetación de Rzedowski.
La proyección mencionó que en nueve meses los españoles se adentraron en los arrecifes y manglares del Caribe, las selvas secas y húmedas, bosques nublados y templados de la Sierra Madre Oriental, matorrales áridos, el Lago de Texcoco y sus humedales con chinampas y canoas. Además, los castellanos conocieron en México al jaguar (que llamaron tigre), al puma (que llamaron león) y a los ajolotes.
En su turno, Ezcurra comentó que hoy la presencia de la huella humana se observa en los lugares ocupados por las civilizaciones antes de la llegada de los españoles.
“Aparentemente lo que pasó es que cuando llegaron los españoles había 25 millones de indígenas, después caen a números bajos y hasta la Revolución volvemos a recuperar esa población. Los españoles usaron esos ecosistemas abandonados a medida que la gente se moría y sobre eso se hicieron las grandes haciendas”, dijo.