• Seguridad
  • Erika Pérez
Mientras las autoridades dan cifras y promesas, los ciudadanos pierden no solo su patrimonio, sino la tranquilidad de vivir o circular libremente como pasó en Cuapiaxtla, Calpulalpan y Hueyotlipan

El robo de vehículos continúa escalando sin freno en Tlaxcala. A pesar de los constantes llamados ciudadanos y del despliegue de fuerzas de seguridad, la entidad sigue destacando tristemente como uno de los focos rojos del país en este delito. En solo un día, se reportaron tres robos con violencia en distintos puntos del estado, todos con un común denominador: impunidad total.

El primer hecho ocurrió en la Carretera México-Veracruz, a la altura del Oxxo Monarca, San Antonio, Cuapiaxtla donde una situación cotidiana terminó en despojo. Un hombre, acompañado de una mujer, fingió interés por comprar un auto Nissan Tsuru azul, modelo 1993, placas TXM2500 del estado de Puebla. Luego de ganar la confianza del dueño y pedirle que le mostrara los documentos, se los arrebató y huyó con el vehículo, sin mostrar armas, pero con total premeditación y ventaja, tomando rumbo a Huamantla.

Otro hecho fue en la Calle Abasolo, Colonia Santa Rosa, Apizaco donde un ciudadano acudió, acompañado de dos amigos, a una supuesta cita de compraventa para entregar una camioneta Chevrolet Trax roja. Al llegar, fueron interceptados por cuatro sujetos armados, de entre 20 y 30 años, quienes despojaron a las víctimas del vehículo y se dieron a la fuga con dirección a "La Maquinita". El reportante logró huir, pero sus acompañantes quedaron en manos de los agresores.

Finalmente en la Carretera Federal Calpulalpan–Apizaco, km 104, San Simeón Xipetzinco, Hueyotlipan, vecinos reportaron gritos y un asalto en curso. Una mujer fue despojada violentamente de su camioneta GMC blanca. Aunque la unidad fue localizada después, abandonada en la lateral del puente de hospitales, los responsables huyeron sin dejar rastro.

Estos casos, exponen lo que los números ya no pueden ocultar, Tlaxcala se ha convertido en un terreno fértil para el crimen organizado, especialmente en el robo de vehículos.

Los delincuentes operan con confianza, sabiendo que la reacción es lenta, y las consecuencias mínimas. Las víctimas, en cambio, se enfrentan al abandono, la burocracia y la revictimización.

Mientras las autoridades dan cifras y promesas, los ciudadanos pierden no solo su patrimonio, sino la tranquilidad de vivir o circular libremente.

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