• Zacualpan
  • Adolfo Tenahua Ramos
La simulación es su sello: presume logros ajenos mientras Zacualpan se hunde en el abandono.

La administración municipal de Zacualpan vive uno de sus peores momentos bajo el mando de Sandra Corona, una presidenta que ha demostrado ser más imagen que acción.

Mientras el pueblo enfrenta carencias reales y urgencias sociales, la alcaldesa prefiere posar para la foto, apropiándose descaradamente de obras que no ha gestionado, ni mucho menos ejecutado.

Lejos de ser una lideresa comprometida, Corona ha hecho de su gestión un espectáculo de apariencias. Cada que se inaugura una obra o se entrega un apoyo proveniente del gobierno estatal o federal, ahí está ella, tomándose fotos y promoviendo en redes sociales un supuesto trabajo que no le pertenece.

La simulación es su sello: presume logros ajenos mientras Zacualpan se hunde en el abandono.

Los reclamos ciudadanos son cada vez más fuertes: falta de servicios, inseguridad, abandono del campo, nulo apoyo a la educación y una completa indiferencia ante las necesidades reales del municipio.

Sin embargo, la presidenta permanece ausente, encerrada en la comodidad del cargo y enfocada en su proyección personal, no en el bienestar de la gente.

Para muchos habitantes, Sandra Corona no es más que una presidenta de adorno, incapaz de gobernar, sin voluntad política y con un profundo desprecio por quienes confiaron en ella.

La decepción ciudadana es tal, que hoy en Zacualpan ya no se habla de soluciones, sino de cuándo terminará esta administración que ha resultado ser un lastre para el desarrollo del municipio.

El pueblo ya no cree en ella. Y con justa razón: gobernar no es posar para la foto ni robarse el mérito de otros, sino dar resultados. Algo que Sandra Corona, hasta ahora, no ha sabido —ni querido— hacer.

 

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