- Seguridad
Contrario para lo que fue creada la Policía de Género del Estado de Tlaxcala atraviesa un grave escándalo dónde elementos activos de la corporación denunciaron acoso laboral, humillaciones, abuso de autoridad y presuntos actos de corrupción cometidos por su delegada, Juana Morales Martínez, quien, aseguran, ha convertido el área en un entorno de miedo, abuso y violencia, justo en la institución que debería combatirla.
Los quejosos señalaron que Morales Martínez que por ley corresponden. Además, afirmaron que los obliga a permanecer parados bajo el sol durante sus reuniones, exige dinero para materiales y combustible, y usa amenazas y castigos para imponer su autoridad.
“Dice que puede reventar al personal y mandarlo lejos, porque tiene el respaldo del Secretario y mantiene una relación con un marino de nombre Juan de Dios Rojas, quien supuestamente es amigo cercano del titular de la Secretaría”, revelaron los afectados.
Las acusaciones también incluyen acoso sexual, hostigamiento y desvío de tiempo laboral, pues aseguran que la funcionaria se ausenta durante horas de oficina para acudir con dicho marino, argumentando ser “intocable” por sus influencias. Algunos elementos incluso confesaron haberle regalado ropa y calzado por temor a represalias.
A la situación de abuso se suma que recientemente el personal fue desalojado de sus instalaciones y ahora trabaja “arrimado” en oficinas compartidas, sin condiciones dignas. “La delegada se ríe de nosotros y dice que no va a pedir nada porque no quiere molestar al Secretario. Mientras tanto, nosotros estamos en la calle”, expresaron.
De acuerdo con los denunciantes, Morales Martínez ni siquiera cumple con los requisitos académicos para ocupar el cargo, pero presume que todo el trabajo y los resultados de la Policía de Género son mérito suyo, a pesar de pasar gran parte del tiempo fuera de sus funciones.
“Estamos cansados de las humillaciones. Somos el área que combate la violencia de género, pero la vivimos todos los días dentro. Necesitamos que la gobernadora nos escuche”, manifestaron con desesperación los elementos.
La situación ha generado indignación y miedo dentro del cuerpo policiaco, que exige la intervención inmediata de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros para frenar los abusos, investigar los hechos y rescatar la credibilidad de una institución que, paradójicamente, fue creada para proteger a las víctimas y hoy se encuentra sumida en el desorden, el acoso y el miedo.
Además de que la funcionaria abusiva se dedica en sus horas muertas a poner pestañas y embellecer a cuanta mujer ofrece sus ridículos servicios, lejos de procurar por la capacitación, y el cuidado de su personal, se pone a realizar labores de estética evidenciando su negligencia y abuso de autoridad con la que se conduce.


