El crecimiento del partido naranja en la entidad se refleja en la incorporación de liderazgos locales y en la cercanía con sectores que habían sido relegados por la política tradicional.
El vandalismo a la cápsula del tiempo no solo dañó un monumento: exhibió, una vez más, que en Tlaxcala la vigilancia se usa para callar, no para cuidar.
Durante su gestión, se ha caracterizado por un marcado derroche de recursos públicos, abusos administrativos y prácticas con escasa o nula transparencia.