• Enrique Gasga Ventura
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Ante la penetración evidente de las denominadas “mafias” en el corazón de la política, de las empresas privadas e incluso del gobierno, resulta casi obvia la cada vez más grave situación de violencia e inseguridad que vivimos millones de mexicanos, y en mayor o menor magnitud, en prácticamente todas las entidades federativas; “mafia” que afecta día con día a un pueblo indefenso ante la acción inmisericorde del crimen organizado, que no sólo ha rebasado al gobierno, sino que prácticamente lo ha penetrado hasta el tuétano.

El término “mafia” es utilizado en todo el mundo, y se refiere a un tipo determinado de crimen organizado que nace en Sicilia, Italia, donde la denominaron “cosa nostra”, que en su origen la componían grupos dedicados a la protección y al ejercicio autónomo de la “justicia vigilante”, y más adelante, al crimen organizado, donde sus miembros “mafiosos”, se autodenominaban “hombres de honor”, que empleaban una serie de “códigos de honor”, inviolables, de los cuales el más conocido es el “omertá”, o ley del silencio.

Pero cómo es que se originaron estos grupos que en la actualidad, prácticamente se han adueñado de nuestra tranquilidad, tanto en Tlaxcala como en todo el país.

Durante siglos, en Italia imperó un sistema feudal que explotaba a miles de campesinos, mientras una minoría gozaba de privilegios; por lo que la conducta delictiva se reveló como la única forma en que otros grupos, aparte de los terratenientes aliados de los gobernantes obtuvieran privilegios, grupos que con el paso del tiempo comenzaron a asirse al poder.

Con el paso de los años y los cambios en el régimen en Italia, la situación no mejoró y las promesas de bienestar y desarrollo por parte de los gobernantes no se cumplían; por lo que la mayor parte de la población vivía en la miseria, a merced de quienes ostentaban el poder político y económico. La opción para protegerse de las injusticias de la política y del poder económico para muchos grupos siguió siendo la “mafia”.

A finales del siglo XIX el gobierno de Italia trató de poner en orden a estos grupos, pero la pelea provocaría la caída del gobierno conservador; por lo que ante la emergencia de un gobierno opuesto al conservador, arribó un gobierno opositor en el que la “mafia” se hallaba bien representada. La mafia se consolidó y ofreció al gobierno restablecer la tranquilidad en Sicilia; pero en realidad el gobierno aprovechó la oportunidad para eliminar a sus enemigos políticos. La “mafia”, ahora era aliada del Estado, hacía el trabajo sucio por así decirlo, y ambos se repartían el botín.

Con el paso del tiempo los inmigrantes italianos llevaron la “mafia” a Estados Unidos. La estructura de la “mafia” en Italia se conformó así: “Don famiglieri (base de la familia); “Administrazione” (la jerarquía más alta de una familia del crimen organizado); “Capofamiglia” o “Don” (jefe o cabeza de familia); Consigliere (consejero, mano derecha y asesor); Caporegime (capitán, capo, jefe de cada unidad de diez hombres) y “Uomini d’ onore o soldati” (hombres de honor o soldados).

En la actualidad, grupos similares existen en muchos otros países, pero sobre todo donde las condiciones de desigualdad se hacen patentes como en México, en este caso sus representantes son los cárteles de la droga y los grupos delincuenciales que se dedican al secuestro y a la extorsión, en su mayoría.

En México ha sido común que tanto miembros de cuerpos policiacos como del ejército han estado involucrados tanto en el narcotráfico como en la operación de grupos de secuestradores y extorsionadores, cuyo cáncer está más arraigado que nunca en nuestras autoridades.

Por otra parte, destaco dos aspectos que involucran al gobierno, no sólo en Tlaxcala, sino en todas las entidades que conforman a la República mexicana que según lo que nos ha mostrado la historia, han dado origen al nacimiento de “mafias”; por un lado la enorme cantidad de pobres que hay en todo el país, a quienes el gobierno no da las oportunidades suficientes para acceder a una mejor calidad de vida y para abandonar de una buena vez el problema de pobreza en el que viven.

Por otra parte está, la corrupción al interior de los aparatos gubernamentales donde tan sólo el año pasado alrededor de mil millones de pesos no fueron aclarados por las dependencias involucradas; por lo que se dio un enorme desvío de recursos donde el congreso “amafiado” aprobó sin más ni más las cuentas públicas de dichos entes; así como en la forma de operar de organizaciones como los sindicatos donde generalmente quienes los dirigen amasan grandes cantidades de dinero, o algunas otras organizaciones políticas o autónomas, que manejan recursos públicos y los ciudadanos desconocemos en qué se gastan o a dónde van a parar esos recursos.

Y por último, y muy común ha sido la tolerancia a los grupos delictivos, y ahí están por ejemplo, los tratantes de Tenancingo, Tlaxcala; los robos a casa habitación, y los asaltantes, estos dos últimos delitos, son frecuentes en la mayoría de los municipios según testimonios de los mismos presidentes municipales.

Lo que sí ha hecho el gobierno federal, y pasado a las entidades, es legitimar el ocultamiento de información a través de la ley, y creado una dependencia como es el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (IFAI), quien se encarga de bloquear el libre acceso de los ciudadanos para conocer el destino y operación de nuestros recursos.

En Tlaxcala esta tarea la lleva a cabo la Comisión  de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (Caiptlax).

En el siglo XVI se podría decir que lo que teníamos era una situación de desigualdad entre ricos y míseros; por un lado los poderosos que se conformaban por los terratenientes y los gobernantes, y por el otro lado el pueblo.

En la actualidad, y con la llegada de las mafias, en México tenemos por un lado a los empresarios, al gobierno y a los cárteles de la droga y demás grupos delincuenciales; y por el otro, al pueblo.
O también en la época actual podemos resumir así a la nueva organización que tenemos: por un lado el pueblo, y por la otra ¡la mafia que nos gobierna!