• Reyes Ruiz Peña
La verdad no peca pero……..

Después de dos semanas de ausencia por causas de fuerza mayor, en esta ocasión voy a tocar un tema que estimo importante: me refiero a lo realizado hasta hoy por el gobierno federal que encabeza el presidente Enrique Peña Nieto.

Me considero uno de tantos millones de ciudadanos, escépticos e incrédulos, que nos rehusamos a aceptar que con las reformas aprobadas en el Congreso de la Unión va a haber un cambio positivo en la vida de los mexicanos. Trataré de explicar porqué pienso de esa manera.

En innumerables ocasiones he expresado que el gobernar es una bendición de Dios, y un privilegio que muy pocos seres humanos tienen la oportunidad de vivir. El gobernante que realiza seria y responsablemente su encomienda acaba su mandato contando con la confianza, el respeto, la admiración y el cariño de la gente.

 Pero veamos. Hasta hoy la actitud de nuestros gobernantes no ha cambiado en lo mínimo; siguen siendo prepotentes, déspotas, con aires de superioridad, incluso hasta groseros e inalcanzables para la mayoría de la gente -sobretodo los pobres- que solamente los ven de cerca cuando los políticos andan en campaña. A partir de que asumen el cargo se vuelven invisibles para las personas sencillas y humildes.

Es imperdonable la actitud de indiferencia de quienes debieran estar para servirnos, atendernos y escucharnos. Siempre se encuentran ocupados en cosas que dicen son de mucha mayor importancia que escuchar a la gente de su pueblo. Esto es lo que sucede, por ejemplo con el presidente municipal de Apizaco, que nunca se encuentra en sus oficinas y también con el prepotente gobernador de Tlaxcala, que ante la pregunta de un reportero del porqué del atraso para entregar los paquetes de útiles escolares que señala la ley, responde diciendo que “el gobernador tiene cosas mas importantes que atender que andar entregando útiles escolares; eso les corresponde a otros”. Imagine el lector que le esperaría si algún día quisiera hablar con el Presidente de la Republica, siempre rodeado de agentes del Estado Mayor Presidencial que impiden cualquier acercamiento. Bueno sería que limitara la exagerada ostentación de lujo y poder que suele rodearle, y que tuviera con frecuencia el gesto amable de convivir con la gente. Me pregunto, ¿cómo se le puede tener confianza a quien actúa como lo han hecho la mayoría de sus antecesores?

Regresando al tema de las reformas, aclaro que soy de los convencidos que era necesario hacerlas. En lo que no estoy de acuerdo es en la manera de aplicarlas, sobretodo la reforma fiscal, que atenta, ofende y persigue al que menos tiene. Me parece injusto que se obligue a los dueños de pequeños negocios -que apenas si les da lo necesario para sobrevivir- a inscribirse en un régimen fiscal que sólo pretende recaudar más para sostener un gigantesco y casi siempre inoperante aparato burocrático. Vea usted, amigo lector: se acaba de dar a conocer el programa “Crezcamos juntos, ¡ser formal conviene!, que está dirigido a los 28.6 millones de personas que actualmente laboran en la informalidad. El programa de referencia ofrece entre otros beneficios no pagar impuestos durante diez años, acceder a la pensión para el retiro y tener servicios médicos del IMSS. ¡¡QUE NO MANCHEN, SI ASI EL SEGURO SOCIAL APENAS PUEDE BRINDAR PÉSIMO SERVICIO A LOS ACTUALES DERECHOHABIENTES, QUE PASARÍA CON ESOS MILLONES DE AMBULANTES EXIGIENDO LA MISMA ATENCION!!  Un economista prestigiado sostiene que “quienes hoy son vendedores informales tienen la cultura del efectivo. Sus clientes también son informales y  ambos están acostumbrados a esa informalidad, y a no pagar impuestos por reducidos que sean”. Por lo tanto, esa idea gubernamental que considero estúpida para acabar con la informalidad, está destinada al fracaso, al igual que muchas otras acciones que se han emprendido. Basta el ejemplo del pésimo trabajo realizado por Rosario Robles, titular de SEDESOL, que ni siquiera entiende lo que significa la palabra “pobreza”; por algo no logra el resultado que esperaba en acabar con los pobres; pero si, sí va a acabar con ellos… pero matándolos de hambre.  

Por último, he de confesar que nada me agradaría más en esta vida que ser testigo que las reformas promulgadas por Peña Nieto dan buenos resultados, y que realmente fue verdad lo que a cada momento nos mencionan a través de los medios de comunicación, con un bombardeo exagerado y molesto, vendiéndonos anticipadamente la imagen de un presidente triunfador. Si así fuera, sería el primero en reconocer que viví equivocado en mis pensamientos. Sinceramente deseo que así sea.                 

 

                                                              Frase para la reflexión

                                            “HASTA NO VER…, NO CREER”

    

Como siempre, mi total agradecimiento y respeto a quienes me brindan un momento de su tiempo. Gracias y hasta la próxima.