• José Vicente Sáiz Tejero
El temblor segó vidas y tiró casas y edificios; toca ahora reconstruirnos anímica, moral y políticamente

Tiempos de Democracia


Hay que evitar que caigan en manos corruptas los fondos destinados a levantar las regiones asoladas  

La insensibilidad política del conservador Mariano Rajoy tiene a España al borde de un cisma histórico

  Cuesta trabajo alzar la vista por encima de los escombros bajo los que quedaron sepultadas las esperanzas de muchas familias mexicanas. Tantas y tan dispersas son que no ha sido todavía posible precisar su número. Mas no obstante la magnitud de las heridas sufridas, o más bien precisamente por ellas, hay que levantar la mirada, hay que elevar la moral sin dejar ni por un momento de pensar en los sin techo que duermen a la intemperie, cuidando lo poco que rescataron de su patrimonio. Por todos ellos -y por nosotros mismos- debemos seguir adelante; sólo trabajando podremos ayudarles.

Solidaridad, valor universal

  Hay sin embargo que poner en valor la dimensión real de la solidaridad. Dar la mano al prójimo en desgracia es natural en toda persona bien nacida. No caigamos por tanto en exageraciones; ese sentimiento, la solidaridad mexicana, nos enaltece, pero no es mayor ni menor que la de otros pueblos en situaciones de apremio parecidas. Y tampoco resbalemos al otro extremo, el de lapidarnos por casos que a todos avergüenzan; rufianes y depredadores los hay y los ha habido en todas las culturas y en todos los países; se trata de manifestaciones, aceptémoslo, inherentes a la condición humana.

El temblor, revulsivo de conciencias

  Concluidas las labores de salvamento, lo que viene ahora es la reconstrucción de lo destruido. Cabe aquí una digresión que, a mi parecer, viene al caso. Tras la tragedia, el objetivo no puede limitarse a levantar lo caído; el trauma colectivo liberó una energía social tal que, si no se la obstruye con los diques de una burocracia ineficaz y corrupta como la que México soporta desde tiempos inmemoriales, si no se la obstruye, repito, y, por lo contrario, se la canaliza, alienta y apoya, puede ser la fuerza que construya un nuevo futuro democrático para la nación.  

No repitamos yerros del pasado

 Los fondos que a la reconstrucción se destinen han de estar a salvo de la rapiña. Para ese objeto, hay que crear un blindaje efectivo contra su captura por parte de intereses espurios, sean estos partidistas, empresariales, bancarios, comerciales, oficialistas, o de cualquier otro origen. No volvamos, ¡por favor!, a tropezar en las mismas piedras de ayer y de siempre. Aquel “…ya nos saquearon, ¡no volverán a hacerlo…” debe dejar de ser un dicho eternamente incumplido. Contra la rapacería, erijamos un valladar ciudadano imposible de trasponer para quienes pretendan lucrar con la desgracia. ¿Podremos?

Exigencia de transparencia

 Vamos al punto. Con independencia de quienes sean los aportantes -gobiernos extranjeros, organizaciones altruistas nacionales e internacionales, partidos políticos, grupos empresariales, colectivos ciudadanos, partidas ordinarias y extraordinarias del gobierno mexicano, etc.- los recursos que se reúnan deben concentrarse en un fondo único de reconstrucción nacional, por supuesto abierto al escrutinio público. A la consabida tentación autoritaria de la autoridad contrapongamos una firme unión ciudadana demandante de transparencia y de honestidad vigilada.

Valladar a los desvíos

  Pero… ¿cómo se va a supervisar y controlar un presupuesto que calculó el gobierno en 39 mil millones de pesos, pero que muy seguramente crecerá ocho o diez veces más, y cuya aplicación se prolongará mucho más allá de lo que queda del actual sexenio? A su administración y operación deben concurrir las dependencias oficiales que disponen del equipo técnico y humano preparado para oficiar en esos menesteres; deben de concurrir, sí, pero no deben dirigirlo. Esa tarea no debe quedar en ellas, en las dependencias, porqué probado está que, en sus manos, los dineros suelen no cumplir con el fin a que están destinados.

Recursos a salvo

  Da grima pensar que sujetos como Gerardo Ruiz Esparza pudiera participar del manejo y distribución de recursos destinados a aliviar el dolor y las carencias materiales de los damnificados. O peor aún: que los administrara el Fondo de Desastres Naturales de México -el Fonden por sus siglas-, obscuro espacio donde priva la discrecionalidad y por donde han pasado personajes -mujeres y hombres, panistas y priístas- dejando una huella de opacidad y corrupción muy superior en promedio a la que priva en otras dependencias. El Fonden es la institución gubernamental que más observaciones ha merecido del Órgano de Fiscalización Superior en su historia.

Manos limpias

  La reconstrucción no sólo es un asunto de obra pública, que lo es; y no es nada más un desafío presupuestario de enorme dimensión, que también. No es tampoco un espacio para la publicidad y la propaganda, y menos aún para negocios financieros de particulares. En ese entendido, lo pertinente para conducir un plan de tal envergadura y alcance sería un Comité integrado por profesionales de probada experiencia administrativa, de incuestionable autoridad moral y sin vínculos con ningún partido. En México existen…, aunque haya quien lo dude.

La supervisión popular

 La labor requerirá de una extensa red ciudadana que, en distintos niveles -comunitario, municipal, estatal y federal- asuma la responsabilidad de verificar la correcta disposición de los caudales reunidos sin tomar bajo ninguna circunstancia contacto directo con ellos. Una organización que informe y sea fiel reflejo de esa toma de conciencia colectiva, consistente y unánime, que ha elevado el espíritu de unidad nacional. De instaurarse la idea y de tener éxito en su propósito, se estaría dando un primer paso para modificar las formas de agrupación social e incluso política que hasta ahora hemos conocido en México.

Los factores reales de poder

   Pero no nos hagamos ilusiones. Por lógicas que suenen estas expectativas, por promisorias que podrían ser en la tarea de reorientar la política del país, y por sugerente que resulte la creación de una mística nacional que apunte hacia la definición de un concepto más firme y realista de mexicanidad, los factores de poder lo impedirán. Gobierno, partidos y empresarios no renunciarán a manejar un fondo que les ofrece una rentabilidad política y económica tentadora, sobre todo en vísperas de una contienda electoral de rumbo incierto.

ANTENA NACIONAL

Las culpas de los partidos

 La presencia de gente común ahí donde hizo falta ayuda volvió aún más notorio el hecho de que los partidos son eficaces para acarrear votantes y comprar voluntades, pero inútiles para atender emergencias sociales. Pasmados y sin ideas, sólo se les ocurrió -con el PRI a la cabeza- iniciar un montaje mediático tendiente a eliminar sus desproporcionadas prerrogativas. Si se concreta su demagógico delirio y de verdad renuncian al financiamiento público, los institutos políticos en poco tiempo serán de quien tenga dinero para adquirirlos en una especie de licitación secreta. No, amigo lector, por supuesto que no ese es el camino por el que la democracia mexicana debe reducir el altísimo costo que ha llegado a tener.

El populismo de Ochoa Reza

 Tras su engañosa y publicitada generosidad, los partidos pusieron su electorera mira en el ámbito congresional. Y ahí, en atención a un sector desinformado que desahoga su ira contra la clase política exigiendo la supresión de los diputados plurinominales, Ochoa Reza -convertido ¡oh paradoja! en populista desaforado- abogó por la desaparición de la representación proporcional. De prosperar la iniciativa sería en perjuicio de la pluralidad democrática y del equilibrio de fuerzas en el Poder Legislativo. Como el caso de las prerrogativas, el redimensionamiento de nuestro sistema bicamaral tiene mil fórmulas más sensatas que las propuestas por el líder tricolor.

Competencia de demagogos

  Es hasta cierto punto explicable que el partido al que las encuestas sigue relegando al tercer lugar acuda a este tipo de irracionales estrategias. Lo que resulta más difícil de entender es que los otros institutos políticos -Morena y los integrados en el Frente- no sólo se sumen a ellas sino que aún las superen, en una especie de torneo demagógico de quien da más a un electorado al que, por lo visto, juzgan simplón y, por tanto, susceptible de entusiasmar con ofertas carentes de verosimilitud y sustento.

ANTENA INTERNACIONAL

La de España, una crisis profunda

  Las corrientes independentistas catalanas confrontadas con el presidente Mariano Rajoy -un conservador que no entiende más que de formalismo legales y poco de política y diálogo- tienen entre ambos metida a España en la peor crisis de su vida democrática. La que ayer 1º de octubre de 2017 llegó a su punto más álgido es mucho mayor que el sainete montado el 23 de febrero de 1981 por el tristemente célebre coronel Tejero, rescoldo de un franquismo que parecía ya estar muerto y enterrado.

Inminente voto de censura

  Hace unos dos años, durante unas elecciones locales, hubo ocasión de evaluar la magnitud del voto separatista. Aunque cuantitativamente importante, en ese entonces distaba de ser mayoritario. Sin embargo, gracias a la tozudez de Rajoy y a sus torpes maniobras represivas, el catalanismo radical debe haber crecido exponencialmente y, lo que es peor, ya metió en una dinámica de enfrentamiento a todos los españoles. Rajoy se tiene que ir para dar paso a un gobierno abierto al entendimiento.

 

Para la Primera Plana

   Los fondos que a la reconstrucción se destinen han de estar a salvo de la rapiña. Para ese objeto, hay que crear un blindaje efectivo contra su captura por parte de intereses espurios, sean estos partidistas, empresariales, bancarios, comerciales, oficialistas, o de cualquier otro origen. No volvamos, ¡por favor!, a tropezar en las mismas piedras de ayer y de siempre.