• Alfonso Sánchez Anaya
Lo dicho: el grupo en el poder que no el Partido en el poder, lanza a José Antonio Meade como el personaje idóneo para ser el candidato del PRI en las elecciones Presidenciales del 2018.

Un virtual candidato oficial que contrasta fuertemente con el actual Presidente de México Enrique Peña Nieto, principalmente en la fama de “honesto” que a Meade le precede, pero que a nadie engaña, porque es el personaje que en estos instantes les conviene colocar en el aparador político de un país que está deteriorado en sus niveles y forma de vivir, con desastrosos indicativos en prácticamente todos las áreas de actividad administrativa gubernamental.

No hay un solo rubro que se escape a ese deterior; educación, salud, empleo, energía, campo, seguridad, etcétera, el que usted quiera nombrar es muestra de los elevados grados de ineficiencia, corrupción e impunidad de la clase gobernante y política de este país y que son sintomáticos de la descomposición de las instituciones de gobierno en sus tres niveles.

Y lo de siempre, la inmensa mayoría de la población es la que vive, sufre y padece las consecuencias de las acciones de conveniencia que esa élite del poder realiza para su inmenso y significativo beneficio, imponiendo a quien sea, llámese Meade o como se llame, como el posible sucesor de Peña Nieto, que les garantice la continuidad de sus privilegios a costa del “aguantador” pueblo mexicano.

Esta estrategia del grupo en el poder es una más de las que siempre ha procurado: la simulación del ahora sí un candidato honesto y preparado, para cambiar todo lo que está mal; la venta de la esperanza al pueblo de que ahora sí hay un personaje que garantiza acabar con la ineficiencia, corrupción e impunidad en todo el gobierno; que ahora sí, de llegar a ser Presidente, este impoluto hombre con tintes de “superhéroe” impedirá que unos cuantos en este país se sigan enriqueciendo ilícita y desorbitadamente y, que la mayoría de la población se siga empobreciendo a pasos agigantados, como lo demuestran los datos del propio INEGI de los últimos años.

Lo que no garantiza el ungido, jamás lo escucharemos en su discurso de campaña, es que perseguirá y enviará a la cárcel a todos los que han amasado fortunas que son una verdadera afrenta a la miseria en la que cada día se hunde más la gente de este país.

Esta simulación, este nuevo engaño va dirigido a una población que da muestras evidentes de enojo y hartazgo de las acciones de los políticos y de quienes ostentan el poder gubernamental, que ya nos los quiere allí, pero que no atina a encontrar la forma de quitarlos y hacer que paguen por todas las culpas que tanto han dañado a los mexicanos.

Quieren contener con esta falacia del candidato “honorable”,  la reacción de los mexicanos de unirse en un único propósito nacional para acabar de una vez por todas con ese grupo en el poder, que se ha adueñado del gobierno de este país para su exclusivo beneficio.

Meade es  en este momento el personaje ideal que les garantiza a unos cuantos su permanencia en el escenario de los privilegios y la impunidad; por el contrario, el personaje por todos conocido que se opone a sus intereses, será una vez más tachado como “un peligro para México”, cuando en realidad sólo es un peligro para los inmensos intereses económicos de quienes se han adueñado de este país, como si se tratara de su propiedad privada, en donde todo se vende.