• Alfonso Sánchez Anaya
El sistemático abuso del grupo en el poder del uso de recursos públicos, los medios de comunicación y de las instituciones judiciales y electorales para ganar las elecciones a costa de lo que sea o,

 la reacción de los mexicanos para poner fin al enriquecimiento desorbitado de aquellos y a la corrupción e impunidad que durante décadas han practicado y permitido, son dos de las realidades, una u otra, entre algunas más, que podrían presentarse durante la jornada electoral del próximo primero de julio.

Hoy más que en ninguna otra elección, el pueblo podría hacer valer su hartazgo y canalizar su enojo en contra del mal gobierno que ha padecido durante generaciones, saliendo a votar en contra de quienes tanto daño les ha causado.

El abstencionismo que desde la cúpula del poder se ha permeado en la sociedad, podría en esta ocasión empezar a disminuirse en proporciones inimaginables; existe un muy importante sector de la población que está más informado, la mayoría son jóvenes, que son más críticos y se desenvuelven muy bien en las llamadas redes sociales; podría ser este el factor que desequilibre las elecciones a favor de uno u otra alternativa.

Pero quien esté interesado en ocupar la silla Presidencial y sacar de una vez por todas al partido oficial que la ocupa, deben saber que no será suficiente con generar esa reacción social en contra del mal gobierno que padecemos, que tenga por efecto que una gran mayoría de ciudadanos decidan acudir a las urnas a votar como nunca antes en su favor, sino que será indispensable que tengan la capacidad de cuidar las urnas electorales de todo el país, una por una, con representantes en las casillas que tengan una alta convicción de lealtad hacia su candidato, para cuidar la votación y asegurarse de la veracidad del cómputo y resultado final de la elección.

Esto no es algo simple de lograr, prueba de ello es cuando se revisa lo ocurrido en las pasadas y más recientes elecciones estatales, en donde después de observar campañas sobre todo de las izquierdas que parecían alcanzar el triunfo y con las encuestas a su favor, de manera inverosímil no lograron cuidar y asegurar el resultado en las casillas con seguidores comprometidos con la causa, propiciando una dramática e inesperada derrota.

La moneda está en el aire, las precampañas están por finalizar, los seguros candidatos presidenciales se organizan para entrar en la campaña definitiva en unas semanas más, pondrán sobre sus mesas de estrategia todos los errores que han cometido para no repetirlos, aprovechar los deslices  de los contrarios y entrar a la batalla electoral sin ningún miramiento.

Vamos a ser testigos de toda clase de “guerra sucia”, porque hay quién ya no ve otra cosa más que esa practica para lograr el triunfo y ya inició a operar su maquinaria en ese sentido; una doble moral por supuesto, porque por un lado su abanderado pide que se terminen las denostaciones y por otro las fomenta y promueve en contra de sus enemigos políticos.

Las encuestas por la presidencia de la República de El Universal y El Financiero publicadas en los últimos días, han ido directo a la cabeza del otrora "partido aplanadora", lo ubican en un tercer lugar en las preferencias que no entusiasma a nadie de sus partidarios y mucho menos al jefe del ejecutivo federal.