• Alfonso Sánchez Anaya
El segundo debate presidencial del pasado domingo, ha tenido ya múltiples análisis por los profesionales de la opinión, que evidencian, queramos o no, que al candidato que domina las preferencias electorales no lo han podido mover de esa posición, aun cuando sus perseguidores se han esforzado por acercarse a él por todos los medios a su alcance.

En poco menos de dos horas el pasado domingo, se dio el segundo debate presidencial, con un modelo con pretensiones de novedoso que se percibió un tanto acartonado, de cero espontaneidad, sobre todo en la participación de los ciudadanos, que más parecían estarse cuidando de no mostrar ninguna reacción o gesto, por instrucciones de los organizadores seguramente, ante las respuestas a sus también supervisadas preguntas. Tampoco hubo la posibilidad de que los mismos ciudadanos rebatieran o enfatizaran sus cuestionamientos o, exigieran claridad en las exposiciones de los candidatos.

Lo cierto, que AMLO por fin respondió ante tanta persecución y difamaciones de las que ha sido objeto por sus oponentes; ocultó su cartera y llamó cínicos y corruptos a sus alternantes, los puso en la misma canasta aunque no quieran, la de integrantes de la mafia del poder y fieles representantes de la impunidad. Son lo mismo, cómplices de haber llevado a nuestro país a las más profundas desigualdades, a los máximos niveles de inseguridad y de terror que haya tenido nuestra historia contemporánea.

En tiempo real al debate, el Periódico Reforma iba desacreditando y desmintiendo las apasionadas y aventuradas afirmaciones de Anaya, con relación al desempeño de Obrador como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Por su parte Meade, en un alarde de “valentía y arrojo” salió en defensa, según él, de las víctimas y a favor de la legalidad, acusando a la candidata al Senado por Morena, Nestora Salgado, de secuestradora, criminalizándola (cómo lo hacen regularmente también con periodistas y otros inocentes) al más puro estilo de como sucedió en el gobierno de Felipe Calderón, su amigo. Meade dijo que no pedirá disculpas ni se retractará de sus afirmaciones, es lógico, tampoco lo hará por su silencio ni complicidad en el desastre de gobierno de EPN.

Más allá de que en tan poco tiempo es imposible desarrollar y transmitir las propuestas sobre derechos de los migrantes, el comercio exterior, la inversión y la seguridad fronteriza, por cada uno de los participantes en el debate, lo cierto es que por diferentes plataformas cada uno, a través de voceros, ampliaron su visión sobre tales tópicos.

Estos debates, se han sintetizado en lanzar ataques y calumnias al abanderado de Morena, en el primer encuentro AMLO administró sus ventajas preferenciales, no respondió, dejó pasar los exabruptos del PRIAN y resultó ileso. Meade y Anaya se quejaron de que López Obrador no les respondió, ahora en el segundo lo hace, les pone "un estate quieto” y también se enojan, vaya, con nada les dan gusto.

Dos hechos más vistos por millones en el debate, que despertaron el ingenio natural de muchos internautas: la cartera que protegió AMLO ante la cercanía de “Canallín” y la portada de la Revista Proceso que el Señor Anaya “mochó” (él sabe de esos negocios) para que nadie viera el llamado a un artículo que relata sus tropelías; ambos causaron las risas generalizadas por el “ocurrente” humor de Obrador y obviamente por la desfachatez de Ricardito, que por cierto mostró en pleno encuentro, un saco de harina que nadie sabe para qué usaría, quizá para guardar las carteras de todos los presentes.

PD. Meade estuvo ayer en Tlaxcala, dijo que sabe "lo que implica perder"; se fue como llegó, en tercero.