• Cutberto Luna García
Por el Placer de Servir

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Con gusto y emoción les comparto que en pocos días cumpliré otro año más, de haber redireccionado mi vida y destino, al lado de un ser maravillosamente excepcional y amoroso. Y quien es la columna vertebral de mi familia. Y esto viene a colación, porque alguien me cuestionó acerca de cómo y dónde debía celebrar su aniversario de bodas. Quedando con esta persona de responderle en estas mismas líneas. 

Lo práctico sería decirle que se vayan de vacaciones, a cenar, le ofrezca un ostentoso regalo, o le escriba un poema. Pero considero que la celebración debe estar condicionada a la personalidad y forma de pensar de quienes van a celebrar tan importante acontecimiento. Por la simple razón, que todas las personas somos distintas. Como diferentes son las parejas a partir de sus gustos, costumbres y necesidades. Sin importar si celebran uno, diez o más años de vida en pareja. Lo vital para mí es partir de la forma de ver la vida, con aquella persona que conocimos e inicialmente no es de nuestra familia, y quien, a pesar de tener otras opciones a su alrededor, tuvo la gentil nobleza para unir su vida y destino al nuestro. Que es uno de los puntos principales para celebrar la unión. 

En mi caso, como en el de muchos, celebrar nuestro aniversario de bodas es generado por muchos motivos pero, yo habré de puntualizar unos pocos, el más importante que consiste en que pese a 23 años de matrimonio, sigo amando física y espiritualmente a mi gran esposa, incluso con mayor fuerza y vigor que cuando iniciamos; otro es el reconocimiento a mi cónyuge por su gran resistencia y sapiencia para soportar y reeducar a un tipo sumamente complicado y con un genio de los mil demonios. Pero aclaro, ni celoso ni irrespetuoso de su magna personalidad profesional, social, moral y familiar. Otro punto vital es el amor que me genera y recibo de mi amada, que sin importar lo que nos acontezca, salimos siempre adelante; quizá porque ambos manejamos la convicción que somos nosotros y nadie más, quienes le damos color y sabor a nuestra vida y a nuestra familia. Lo que se ha visto reflejado en estar unidos firmemente al lado de nuestros motores propulsores que el Ser Supremo nos prestó.   

Y me pregunto entonces, si todas las parejas nos enfrentamos a problemas grandes o pequeños. Por qué después de tantos años de “amor”, con hijos o sin ellos, no aprendemos y comprendemos que la unión no es entre ángeles o dioses. Sino con simples mortales con virtudes y defectos, con el deseo real de ser mejores, creo yo. Y que mejor guía para entender, ayudar e impulsarnos que nuestra propia pareja, quien de manera libre y espontánea nos acompaña en nuestro viaje de vida. En ese camino por el que se tiene que transitar, y que no lleva a la felicidad final. Sino que en cada paso que se da, se busque y encuentre para disfrutarla. 

Cierto estoy que un alto porcentaje de casos conocidos por cada uno de nosotros, de separaciones y divorcios después de tres años o más años de estar unidos, la problemática que pudo generar ese rompimiento, fueron asuntos sin importancia ni trascendencia y que pudieron resolverse solo con comprensión, comunicación y voluntad para reconocer cada quien sus propios errores. Pero sobre todo, recordando que además de los elementos antes mencionados, deben estar siempre presentes el corazón y los brazos siempre abiertos, el hombro presto para recostar nuestra cabeza, para cuando la vida nos golpee o nos premie inesperadamente, además de la calidez de nuestro lecho que cobijen nuestros más puros y nobles sentimientos y pasiones. 

Es por lo anterior, que sugiero que una parte de la celebración para este aniversario de bodas, escribamos juntos en pareja, una crónica en la que narremos solo lo bello, productivo, mágico, inesperado y sobre todo amoroso que hemos vivido desde que decidimos unir nuestras vidas con o sin el consentimiento de alguien. Con o sin papeles legales de por medio. Pero eso si, con el compromiso, voluntad y amor personalísimo que nos llevó a dar ese gran paso. Y que lo compartamos con alguna pareja. Con cuál, no importa. Lo que sí importa es que la lean alguna o algunas parejas que, de alguna manera, piensen en unirse o en separarse, y en el caso de estas últimas, sin brindarse la oportunidad para que entre ambos encuentren una solución. Que, si no evita la separación, al menos no sea traumática para su propia familia. 

Finalmente, quiero recordarles que el amor, conlleva respeto, consideración, buena comunicación, solidaridad, lealtad y pasión a toda prueba. Y que este es el único camino real para lograr la felicidad de la pareja. Lo que los motivará como a mí a seguir celebrando cada Aniversario de Bodas.