• Reyes Ruiz Peña
La verdad no peca pero...

Al llamado de “¡Fuera AMLO!” y “¡AMLO, vete ya!” un pequeño sector de la sociedad mexicana quiere arrebatar lo que no ganó en las urnas. Ya lo han intentado con marchas y movilizaciones poco exitosas, con fake news y este fin de semana lo hicieron con una ridícula “caravana automovilística”.

Agrupados en el llamado Frente Nacional Anti-AMLO (FRENA), cientos de detractores de la Cuarta Transformación se reunieron en algunas ciudades del país, a bordo de sus vehículos, para mostrar su repudio a LÓPEZ OBRADOR. En su mayoría, la caravana estuvo integrada por autos en buen estado, seminuevos y de marcas caras como BMW y Mini Cooper.

De no haber sido por el lujo de algunos automotores, del sonido de los cláxones y del aparente acarreo pagado de participantes, esta nueva versión de las MARCHAS FIFÍ no hubiera tenido mayor trascendencia porque su participación fue nuevamente baja. 

Por más que se quejan de todo lo que hace y no hace el gobierno federal, los opositores a la 4T no han encontrado la forma de sumar voluntades. Ninguno de sus ataques ha contado con un respaldo masivo. A pesar de eso, están empecinados en crear la sensación de que existe una supuesta indignación popular contra AMLO.

Salta a la vista la diferencia entre la pobre marcha de los ricos mexicanos y la legitimidad de la que gozan las manifestaciones y protestas de los ciudadanos estadounidenses que, con todo derecho y razón, están mostrando su enojo e indignación ante el crimen racista cometido por agentes policíacos de Minneapolis, Minnesota.

La diferencia entre una y otra expresión de protesta es abismal. En México se percibe un montaje propagandístico de la oposición, en contra de lo que escandalosamente llama “autoritarismo y comunismo”; mientras que en Estados Unidos está en desarrollo una enérgica movilización civil contra el abuso policial que provocó la muerte del afroamericano George Floyd.

En cualquier democracia funcional, la crítica al poder y las movilizaciones ciudadanas son elementos básicos. Lo que en México resulta ridículo es pretender que la visión de unos cuantos -ricos y privilegiados, en su mayoría- sea motivo suficiente para derrocar a un presidente, como abiertamente lo pretende el Frente Nacional Anti-AMLO.

Para los empresarios, periodistas y políticos que forman parte del FRENA, López Obrador siempre ha significado un peligro porque su llegada al poder ha puesto en riesgo sus privilegios y sus intereses. Sin embargo, contra lo que ellos quieren establecer como realidad, aún existe la esperanza de millones de mexicanos que anhelan un cambio real y que saben que no ocurrirá de la noche a la mañana. 

Para los opositores de López Obrador, el escenario ideal es que el cambio iniciado en la Cuarta Transformación -que puede ser criticable en sus formas, pero no en su propósito de justicia social- dure solo seis años o, mejor aún, que terminé en el año 2022 con la revocación de mandato. A eso están apostando.

Por todos los medios y en todos los tonos, la oposición dice que López Obrador está perdido, que no tiene fuerza, que su proyecto se desinfló y que el barco está haciendo agua; pero tiembla solo de pensar que la votación para la revocación de mandato se realice en la misma fecha que la jornada  electoral del 2021 porque sabe que, de ser así, Morena podría arrasar nuevamente.

No se puede negar que el gobierno de AMLO ha tenido errores, pero es un hecho que para la gran mayoría de los habitantes de nuestro país las cosas no están peor de lo que estaban cuando panistas y priistas ocupaban el poder. Con limitaciones y defectos, se está buscando salir del abismo de corrupción, impunidad, inequidad y sangre del que venimos.

Una movilización tan elitista como la del fin de semana solo fortalece a López Obrador porque confirma que, por ahora, no existe en México nadie que le compita en arrastre popular y credibilidad. Eso no significa que el presidente sea infalible. Tampoco que no pueda surgir un nuevo liderazgo político con legitimidad social. Pero hasta hoy no ha funcionado nada de lo que desesperadamente ha intentado la oposición.

Como siempre, mi total agradecimiento y respeto a quienes me brindan un momento de su tiempo. Hasta la próxima, si Dios lo permite.