• Pedro Morales
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Recién entramos al semáforo naranja, nos damos cuenta de que ya nada será igual en el futuro inmediato, más que a una cuarta transformación entramos a la era de la digitalización y una fría distancia.

La pandemia nos tomó por sorpresa, ha cambiado nuestra realidad y la pesadilla sigue y se prolonga a medida que transcurren las semanas y los meses, lo que al principio parecían vacaciones, el confinamiento se vuelve una pesadilla.

En Tlaxcala estamos acostumbrados a los espacios abiertos, desde el principio de los tiempos, la pandemia nos ha encerrado como se encierran a los gorriones en una jaula, nuestra casa pero jaula al fin.

Allá por marzo-abril, comenzó el confinamiento, en ese entonces las familias estaban como de vacaciones, pero el tiempo pasa y vamos rumbo al medio año y las muertes y el temor no se disipan.

Nadie puede negar que extraña esos sábados de mercado allá en la capital, los olores de fruta, el pápalo quelite, las naranjas y mandarinas nos han dejado de perfumar.

Ni se diga soñar con esos tacos de barbacoa, el consomé con su cilantro, cebollita y limón, esos tacos de carnitas que aglomeran a la gente, las picaditas con su salsa roja o verde, en verdad ya se extrañan.

El confinamiento ha servido para muchas cosas, extrañar las aulas, el caminar de prisa por la vida, las horas se vuelen largas y la normalidad no llega, si salimos hay que extremar precauciones al máximo.

Ahora todo es por internet, quienes carecen de este servicio en la actualidad se dificultan las compras, ahora el ciberespacio se ha encargado de nuestras vidas y esa diversión familiar se ha transformado drásticamente.

En muchos, muchos hogares la falta de dinero y las opciones para obtenerlo han sacado al amor por puertas y ventanas, la mujer exige, el marido aunque quiera no lo puede conseguir, en medio de reclamos sin fin.     

Independientemente de que a estas alturas aún hay personas que no creen en la existencia de una pandemia mundial, su ignorancia y falta de responsabilidad contrasta con la cruda realidad que supera la ficción, por mucho.

Allá por marzo, muy de lejos los tlaxcaltecas nos comenzábamos a enterar que un nuevo virus estaba propagándose con inusitada rapidez por varios países del mundo.

Y comenzaron los primeros contagios, con preocupación nos enterábamos de la forma en que poco a poco la mancha de contagio se fue extendiendo hasta cubrir totalmente el territorio con sus pueblos, ciudades y comunidades.

Y así llegamos a la segunda y tercer fase, sin que nada ni nadie pudiera convencer a las mayorías de guardar la sana distancia, hasta que se comenzaron a parar fábricas, maquiladoras, el comercio y los mercado, sobre todo las clases.

Ha pasado el tiempo, ya en la cuarta semana de julio las familias ven mermados sus ahorros, el dinero se acaba, no hay trabajo, todo se encarece, no entra dinero y la angustia se hace evidente al no tener que llevar de comer a nuestra mesa.

Vivimos en medio de muchas cifras, por parte del gobierno federal, pero solo eso, a los muertos y contagiados se les cuenta ya por cientos y miles, y la tragedia nada que se detiene.

La soberbia del poder no hace ver a funcionarios lo grave de la situación, ellos ven que las cifras bajan, pero la realidad nos indica que es todo lo contrario, para los altos funcionarios de SESA reconocer sus errores sería fatal.

Mientras en Tlaxcala, los enfermos recuperados no rebasan a los contagiados y ahí la muerte cabalga de cinco en cinco y sube y baja, desde el inicio de la pandemia y su llegada a nuestra patria chica, solamente un día nos hemos ido sin registrar una muerte y eso fue raro.

Las autoridades hacen su parte, pero como todo en la vida hay aciertos y fallas, se apela a la corresponsabilidad ciudadana, pero más muerde el hambre que las precauciones.

Y así la realidad es que se va perdiendo la batalla, nadie quiere que se llegue a las medidas extremas como el toque de queda, pero lo que sí se puede hacer es obligar a las y los ciudadanos a protegerse por lo menos con el tapabocas.

Uno se pregunta de que me sirve estar en confinamiento, de que me sirve protegerme o salir con lentes de plástico, guantes, cubre bocas y careta, si por la calle va gente esparciendo el Covid-19.

El maldito virus es invisible, uno no sabe cómo se contagia, ni donde, puede ser hasta dentro de la casa, con lo que se compra o a los más afortunados con lo que traen los proveedores.

A estas alturas, nada ni nadie garantiza que las medidas preventivas funcionen ante un contacto de alguna superficie con virus o en la ropa y lo que es peor al ir caminando o manejando se tope uno con el virus por el aire.

Es muy preocupante lo que está pasando, apenas este miércoles un atribulado padre de familia pidió el auxilio directo del gobernador Marco Mena, empujado por la desesperación al no poder conseguir un tanque de oxígeno portátil.

La petición del tanque de oxígeno portátil es protocolo en hospitales para poder dar de alta a los enfermos recuperados que en Tlaxcala afortunadamente se cuentan por miles.

Pero eso lleva a otro muy grave problema de desabasto de los tanques que no se encuentran por ningún lado, ni en Apizaco, Chiautempan, Huamantla o hasta en San Martín Texmelucan o en la planta de Puebla, simplemente se agotaron.

NO HAY TANQUES DE OXIGENO

Distribuidores de tanques de oxígeno han elevado costos debido a la escasez por la alta demanda de este gas, derivado del aumento de enfermos de Covid-19 que necesitan de este insumo.

Usuarios señalan que incluso ya hay lista de espera en los establecimientos que venden oxígeno y los costos de renta de un tanque de oxígeno va desde los tres mil 500 pesos hasta los cinco mil 700 pesos de 680 litros.

Mientras que el rellenado va desde los 900 a mil 400 pesos.

Distribuidores de este insumo señalan que hay escasez de oxígeno en todo el país.

Por tanto, y como ejemplo, señalan que en la planta de la empresa Infra ubicada en un parque industrial en el vecino estado de Puebla, desde temprana hora hay una numerosa asistencia de quienes acuden a recurrir sus tanques provenientes de Tlaxcala e Hidalgo.

Y es que en varios casos, en aquellos lugares donde se renta el tanque y se rellenan, mencionan que cada tanque regularmente es utilizado por 20 días aproximadamente, por lo que actualmente todos los tienen rentados.

Y en dado caso de que alguno esté disponible antes de ese tiempo es porque quien lo usaba ha fallecido.

De inicio, si alguien requiere un tanque con oxígeno debe desembolsar aproximadamente cinco mil pesos de depósito por el tanque de oxígeno, casi mil pesos por la recarga, más mil pesos de renta, más aditamentos para su utilización (vaso y cánula) por 200 pesos y la válvula por cerca de cinco mil pesos.

Según refieren algunos clientes, en enero, adquirir un tanque y su recarga costaba alrededor de 500 pesos, la renta era por 750 pesos, y cinco mil de depósito y la válvula costaba dos mil 500 pesos.

Y no sólo eso, la demanda de los tanques de oxígeno ha generado que quienes por alguna razón tenían guardado un tanque de oxígeno en casa, ahora los están vendiendo por Internet principalmente y aprovechando la necesidad, hasta en 15 mil pesos, y ocho mil pesos los de tipo portátil.

NO SE AGUANTA LA SITUACIÓN

En este caso de los tanques, es solo una parte, vital pero que forma parte de un todo, si se toma en cuenta que es la hora en que no hay medicina ni vacunas contra esta pandemia.

De esta forma poco a poco el recurso familiar se ha visto muy afectado, mortalmente en muchísimos casos, la comida se encarece, pero más los llamados insumos.

Alcohol, el cloro, pino se ausentaron de los anaqueles de las tiendas por todos lados, se consigue pero los precios están fuera de control, es simplemente la ley de la oferta y la demanda.

Mientras que al padre o madre de familia nadie lo defiende, gracias a la 4-T se eliminaron dependencias federales, entre ellas la Profeco que se volvió regional y deja a indefensión a los tlaxcaltecas, ante la voracidad de malos comerciantes.

La falta de trabajo y la innegable creatividad de nuestra gente aguza el ingenio, muchas familias se dedican a elaborar caretas de protección y cubre bocas que se venden en todos los frentes, pero sin las medidas necesarias para frenar los contagios.

O lo que es lo mismo quienes compramos estos insumos protectores, resulta que no lo son por la calidad y textura de los materiales y esto explicaría la razón por la que a pesar de estar “protegidos”, viene el maldito contagio.

Por si fueran pocas las atribulaciones tenemos que los medicamentes han elevado su precio hasta 300 o más por ciento, sobre todo en el caso de aquellos que brindan un poco de alivio ante el contagio.

Para sumar los males, ahora hasta los médicos, que juraron defender la vida, venden y ofertan caros sus servicios y cobran muy elevadas sus consultas, hasta ocho mil pesos por solo ir a ver a un enfermo.

Y tienen razón, va de por medio su vida, y no hablamos de quienes están en la primera línea de combate en los hospitales, se tienen muchos frentes de batalla en la medicina particular.

Para ensombrecer más el panorama, ahora cuesta mucho trabajo conseguir una ambulancia, si se tomas en cuenta que quienes presentan síntomas de contagio, son enviados en cuarentena a su casa, pare ver si la libran.

Pero si su situación empeora, deben ser trasladados de urgencia a un hospital, el resultado es que algunos ni llegan, se mueren en el camino o en las puertas de la zona de urgencias.

Por otro lado y en la recta final, en las funerarias todo se ha disparado, ya ni pensar en un modesto servicio de velación, no hay espacio y los costos son elevadísimos, los panteones se saturan.

 Los hornos crematorios no se dan abasto, la demanda supera sus oferta, es en realidad una tragedia la que se vive en Tlaxcala, las familias se encuentran angustiadas y en espera de ayuda que no llega muchas de las veces.

MARCO MENA REITERA LLAMADO

Mientras se vive cada día esta “Nueva Realidad”, el gobernador de Tlaxcala, Marco Mena explicó que el hecho de que Tlaxcala se encuentre en color naranja en el semáforo epidemiológico “no significa que la pandemia ha terminado”.

El Gobernador Mena reiteró el llamado a los tlaxcaltecas y a los gobiernos de los 60 municipios para reforzar las medidas preventivas y sanitarias en las demarcaciones ante el Covid-19, ya que el hecho de que Tlaxcala se encuentre en color naranja en el semáforo epidemiológico no significa que la pandemia ha terminado.

En el marco de la inauguración del curso “Fortalecimiento de las Capacidades Técnicas y Funcionales de los Municipios del Estado de Tlaxcala” del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Marco Mena explicó que la población no puede dejar atrás las medidas de precaución sanitaria, las cuales se deben acatar en la cotidianidad de las familias y en los entornos laborales para romper las cadenas de contagio.

Asimismo, subrayó la importancia de que los tlaxcaltecas asuman que el Covid-19 pasó de ser una contingencia a una condición, por lo que se deben adoptar nuevos hábitos de higiene de manera cotidiana y sistemática para que sean efectivos.

El Gobernador Mena enfatizó que la Administración Estatal trabaja para que Tlaxcala cuente con hospitales específicamente dedicados a la atención de pacientes con Covid-19.

Además de que ha puesto en marcha las “Brigadas Cuídate” para fortalecer la atención a enfermos crónicos y evitar contagios en este sector vulnerable, por lo que los municipios se han sumado a este esfuerzo para cuidar que las medidas de prevención se mantengan entre la población.

“Todos tenemos que hacer nuestra parte y, especialmente, cada uno de nosotros debe tomar conciencia de la importancia de extremar precauciones para protegerse, cuidar a su familia, a la comunidad y a todo su entorno”, apuntó.

Finalmente, Marco Mena añadió que las medidas que deben aplicar todos los ciudadanos son: utilizar cubrebocas en espacios públicos, lavarse las manos constantemente, no tocarse los ojos, nariz o boca, evitar el contacto cercano con otras personas y no acudir a lugares donde existan aglomeraciones.