• M.C.S Elsa Martínez Flores
.

 

Eso escuché hace años y lo traté de aplicar, al menos evité por cierto tiempo hablar de las dos primeras, máxime porque hay gente que se apasiona y hasta deja de hablarte sólo por dar un punto de vista” de algún candidato, diputado, senador o presidente, sin embargo, recordé que cierto profesor de la universidad señaló hace algunos ayeres: “vivimos dentro de la política, no puedes evitarla, sería muy tonto”, tarde o temprano descubres que es así; cada opinión es importante y determinante porque finalmente se verá reflejada en la intención del voto.

Hoy quise abordar el tema político, no en la mesa, sino en las redes, y es que al momento de acudir a la casilla para decidir a la persona que nos representará, lo hacemos muchas veces basados en la UTOPÍA (sistema ideal de gobierno en el que se concibe una sociedad perfecta y justa, donde todo discurre sin conflictos y en armonía).

Gracias a esta forma de pensar, junto a una buena propaganda política y al hartazgo social llevamos al triunfo a quienes prometen desde soluciones rápidas, una nueva forma de gobernar y el cambio que tanto hemos soñado e idealizado.

La UTOPÍA también la aplicamos cuando nos enamoramos y después se da el siguiente paso, pero una vez que es pareja empezamos a darnos cuenta que no era la “ideal”, que tiene errores, pero también aciertos, y sólo el tiempo nos dirá si fue buena opción; los mexicanos somos utópicos, nos encanta colocar en un altar a alguien, pero también lo dejamos caer si éste nos falla.

Muchos votan de forma razonada, justificado por su cercanía, porque hacen campaña junto al aspirante, por una promesa que puede ser probable, otros porque comulgan con su ideología, pero, la gran mayoría NO, votan porque necesitan “creer” que de verdad existe alguien que mejorará nuestra calidad de vida con un proyecto ideal para muchos, donde la mayoría quieren vivir.

Sin embargo, el costo de “creer” ha sido alto, porque al igual que cuando nos enamoramos, viene la decepción, el reproche y la crítica. México ha decidido y todos hemos pagado por esa decisión. Un porcentaje nada despreciable aún no sabe por quien votar, y esa indecisión lo acompañará hasta el día de la elección cuando entre a la casilla y se encuentre solo, con sus pensamientos encontrados, donde no hablará la razón sino su ilusión y que se verá plasmada en el voto.

Es ahora que, no debemos minimizar la decisión y dejarla al último momento y que en una hoja de papel se comience a plasmar los pros y contra de un candidato, porque en esa decisión va parte de nuestra vida y estabilidad económica. Los arrepentimientos no servirán de nada después, las votaciones se aproximan, a pensarlo seriamente.