• Cristal Corona Sánchez
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El agua es necesaria para la vida, todos lo sabemos, pero parece que no todos apreciamos su valor. Hace unos días me invitaron a recorrer un canal con el que riegan  terrenos de cultivo en Ixtacuixtla, el canal San Diego que inicia en San Martín Texmelucan con aguas del río Atoyac. Un río que ha sido objeto de uso como drenaje, recipiente de basura y otros desechos de forma desafortunada. 

De inicio se percibía el olor fétido de las aguas, que fluyen con un conjunto de basura; el trayecto del canal se interna entre casas que le ganan terreno a la barranca, al río Atoyac y al canal. Pero lo más asombroso fue el esfuerzo de decenas de hombres de campo que mantienen el canal, con palas, picos y demás implementos de limpieza  que recorren kilómetros para que esa agua llegue a sus terrenos. Durante el trayecto no falta quien se quiera apropiar de parte del terreno del canal, aun cuando es terreno federal y los ayuntamientos saben que el otorgar un permiso de construcción ahí conlleva  faltas. 

La lucha de estos hombres por preservar el canal significa una lucha por su tierra, por conservar el campo productivo, por tener maíz para consumo propio y alfalfa para sus animales, esa lucha que no cualquiera lleva a cabo, que implica trabajo duro bajo el sol y exposición a esa agua y zonas no muy seguras que recorren. Ante esto me pregunto, ¿a quién le corresponde ayudar a solucionar esta problemática?, ¿algún día podremos ver de nuevo los ríos y canales limpios?, ¿qué hacer para que no se abandone el campo?

Ante estas preguntas de tan compleja respuesta queda claro que se requieren soluciones trasdisciplinares, entender que esto es problema de todos, que nos afecta a todos, y que la solución viene de todos, incluyendo instancias gubernamentales, sociales, educativas, etc. 

De inicio pensar en no tirar basura es bueno y algo que todos podemos hacer, revisar nuestras fuentes de agua, valorar lo que aún tenemos, y por supuesto, pagar justamente por los productos del campo, que conllevan horas de trabajo de personas que luchan todos los días por amor a la tierra. Pero también se requieren políticas públicas integrales que lleven a soluciones realmente aplicables, con una perspectiva de lo que John Rawls llamaba “maximin”, haciendo alusión a que primero hay que atender a los más vulnerables.

Seguiremos hablando de otras historias que tienen que ver con el agua, esperando que  influya para valorar un poco este vital líquido y como sociedad nos planteemos posibles soluciones. Por lo pronto agradezco la invitación de la asociación del canal para entender esta problemática y aprender de su inmenso amor a la tierra y reitero el compromiso por apoyarles en esta lucha.