• Reyes Ruiz Peña
La verdad no peca pero...


 

La partida del profesor JOEL MOLINA RAMÍREZ es una de esas noticias que aturden por inesperadas y dolorosas. Medios de comunicación locales y nacionales dieron cuenta de su deceso y el hecho ha sido lamentado no solo por la clase política de Tlaxcala sino también por actores de la vida pública de México.

 

A través de sus redes sociales, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, envió sus condolencias a la familia del senador por Morena y reconoció la abnegada entrega, en favor de la transformación del país, que en vida caracterizó a Molina Ramírez.

 

Las expresiones de tristeza por el fallecimiento del oriundo de Santa Inés Tecuexcomac, municipio de Ixtacuixtla, no se limitaron a actores de la vida pública, amigos y familiares. Cientos de tlaxcaltecas manifestaron, a través de diferentes medios, su pesar por la repentina muerte del legislador federal.

 

No debe extrañar que maestros, comerciantes, profesionistas, amas de casa y obreros, entre muchos otros, externaran su aflicción por el deceso de Joel Molina, ya que, a pesar de los importantes cargos que desempeñó durante su carrera política, nunca olvidó sus orígenes ni se distanció de la gente del pueblo.

 

El profe Molina no fue uno de esos políticos que viven en una “burbuja” y que solo tienen contacto con el ciudadano cuando están en la búsqueda del voto. Él conocía las necesidades, los temores y las inquietudes del tlaxcalteca de a pie y sabía que la gente está cansada de los políticos oportunistas que olvidan sus promesas cuando llegan al poder.

 

Por eso, como lo expresé en una anterior entrega, para mí Joel Molina era la mejor persona para gobernar Tlaxcala. La combinación de su origen, experiencia, honestidad, disciplina y dedicación lo hacían la mejor alternativa para alcanzar los niveles de desarrollo y progreso que requiere nuestro estado. Por desgracia, ya no podrá ser así.

 

Con el deceso del senador Molina se diluyó una esperanza de verdadero cambio para Tlaxcala porque pocos aspirantes a la gubernatura conocen -como él lo vivió en carne propia- el sufrimiento, la angustia y las necesidades que padece el grueso de la población para subsistir. Esa era la gran diferencia entre él y la inmensa mayoría de los políticos tlaxcaltecas.

 

Sé de lo que hablo porque juntos compartimos una responsabilidad, yo como director de Pensiones Civiles de Tlaxcala y él como integrante del Consejo Directivo de la institución. Ahí tuve contacto no solo con el experimentado servidor público sino también con el ser humano de cuna humilde, sencillo y respetuoso.

 

Se va a extrañar a Joel Molina porque se trata de una pérdida irreparable. Morena se quedó sin un aspirante a la gubernatura que representaba la humildad, sencillez, honestidad y responsabilidad que los ciudadanos esperamos de un mandatario. Ojalá que quien ocupe esa candidatura morenista también emane del pueblo y se identifique con sus necesidades y sus causas. Descansa en paz, profe Molina.

 

Como siempre, mi total agradecimiento y respeto a quienes me brindan un momento de su tiempo. Hasta la próxima, si Dios lo permite.