• Cristal Corona Sánchez
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Cuando hablo con jóvenes que son profesionistas o que están estudiando una carrera, que dependen de sus padres y tienen una vida relativamente fácil les cuento de Pepe, de Juan y de otros jóvenes (nombres ficticios pero casos reales), insisto en que se den cuenta de otras realidades de jóvenes que han tenido una vida sin las mismas oportunidades. 

Pepe es un joven de 24 años, de una población del municipio de Panotla, un personaje alegre y trabajador que lucha por su familia y por su tierra. Cuando lo conocí me llamó la atención su forma de hablar, franca y desenfadada, con un tono distinguible, que se pega.

El papá de Pepe falleció hace tres años, su hermano se encuentra enfermo, su mamá también, su hermana se encuentra bien, pero Pepe se siente responsable de todos, así es que lucha por salir adelante. En estos días me contaba del reto de tener que cosechar 25 hectáreas de maíz él sólo, que se volvía mayúsculo porque le robaron su camioneta y no tenía cómo hacer frente a esa situación sin una de sus principales herramientas de trabajo. Eso días no era el mismo joven alegre, su semblante era de preocupación, después me enteré que se iba a trabajar a las 3 de la mañana, haciendo diario una hectárea y media de trabajo, hasta que un día se lastimó con el machete y lo tuvieron que ir a traer a los terrenos. Hoy se está recuperando pero le faltan aún 10 hectáreas por cosechar, ese será el sustento para todo el año, así es que no se puede dar el lujo de parar.

Les cuento esta historia porque muy pocos vemos lo que hay que hacer para que tengamos tortillas en nuestra mesa, poco se valora el trabajo del campo, las necesidades y que hay personas que luchan todos los días por sobrevivir en situaciones complejas.  

Alguien podría decir que Pepe está en esa situación por no estudiar, en este caso estudió la prepa,  pero me pregunto ¿si hubiera estudiado una carrera, quien estaría cosechando esos terrenos?, ¿quién se quiere seguir dedicando al campo?, ¿quién prefiere el trabajo duro en situaciones difíciles sobre el dinero obtenido sin tanto esfuerzo físico?, ¿acaso queremos que el campo se abandone? Ya quedan pocos Pepes, así es que pensar un poco sobre su vida y reconocer su trabajo nos obliga a plantear posibilidades en este tema, si no, ¿qué haremos cuando ya no existan los Pepes? 

Así es que los que quieran dedicarse al campo es un espacio en el que hay empleo, con trabajo duro y buenas ganancias, si trabajan mucho, por 150 toneladas de esas 20 hectáreas (no son de Pepe todas, pero las trabaja con acuerdos), sacará al menos $650 mil pesos, menos los gastos e inversión en una camioneta y herramientas tendrá un ingreso mayor que la mayoría de jóvenes de su edad con una profesión, eso sí, el trabajo es difícil y la incertidumbre por ser cultivos de temporal es muy alta.

Para lograr la autosuficiencia alimentaria se requieren acciones concretas y buscar las estrategias para que no se abandone el campo, que los campesinos tengan las herramientas para su trabajo y que se reconozca su esfuerzo y trabajo no sólo personal, sino por el país, cambiar el concepto de que si  los jóvenes se dedican al campo son menos importantes, fomentar el estudio y amor a la tierra. Pero también buscar estrategias para que estos jóvenes campesinos tengan una seguridad social que les permita el acceso a los servicios de salud, pensiones, jubilaciones, vivienda, etcétera. 

Mientras tanto les invito a que cada vez que vean o conozcan a un campesino lo feliciten y agradezcan, ya que no cualquiera se dedica a eso.