• Héctor A. Villalba
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En días pasados se anunciaron las nuevas medidas emitidas por el Consejo de Salud de Tlaxcala, donde el tema más escabroso fue el retorno a clases presenciales. 

Mientras el Consejo sesionaba y determinaba las directrices de este regreso, el secretario de educación, Homero Meneses, se adelantaba con tal de obtener reflectores un momento. Un mensaje de WhatsApp enviado a supervisores, directores y trabajadores de la educación en general, develó la desatinada y obtusa asistencia del secretario doctor en dicha sesión del Consejo de Salud. 

El mensaje, palabras más, palabras menos, advertía a los trabajadores de la educación del retorno presencial en su totalidad a sus centros educativos, hecho que se viralizó tan rápido que no había concluido la sesión del consejo, no se habían aprobado los lineamientos, ni siquiera se había expedido un decreto con las medidas, pero los trabajadores de la educación ya sabían que tenían que regresar. 

Luego de haber obtenido los reflectores que deseaba, junto a reclamos, mentadas, jalones de oreja, y solicitudes sindicales demandando condiciones que garanticen la salud de los trabajadores, pareció no haberle gustado el resultado, por lo que apeló al tan mentado decreto 23/08/21, emitido el año pasado, donde se detalla la dinámica del regreso a clases bajo el criterio de los padres de familia. 

Ni dos días pasaron de la entrada en vigor de los nuevos lineamientos, cuando el vival secretario de la sección 31 del SNTE, se aventó un inventivo vídeo señalando algunas omisiones de la autoridad, pero nada tonto, dejó en claro que con quien quiere tratar es con la gobernadora, no con el indolente doctor secretario. 

Ojalá lo anterior sirva para entender la dinámica de la política educativa, así que mientras el doctor Homero publica memes y fotos de la carcasa de su teléfono, el tema del retorno retorcido sigue dando de qué hablar. 

Sólo espero que al doctor no se le ocurra darle contestación al inventivo vídeo de la sección 31, porque eso sería no sólo un error, sino una muestra de quién lleva en la mano la correa del perro.