• Héctor A. Villalba
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El trabajo infantil ha sido una triste realidad en nuestro país desde hace décadas. La legislación en México regula la edad mínima de los menores para trabajar, pero de poco ha servido. 

El día de ayer, la gobernadora dio un paso importante en el combate al trabajo infantil. Pasar del discurso a la acción resulta fundamental para la atención de las problemáticas que aquejan a los tlaxcaltecas. 

En un primer momento, hay que entender que el trabajo infantil es el resultado de las malas políticas que se han implementado en nuestro país, y a eso hay que sumarle la dinámica económica global que orilló a los padres a enviar a sus hijos a trabajar para cumplir con los gastos del hogar.

El trabajo infantil aleja a los menores de las oportunidades y derechos que deberían disfrutar. Y me refiero al trabajo infantil no regulado, y a aquel que no implica ayudar en los negocios familiares. 

Ojalá en Tlaxcala sea posible empezar a erradicar el trabajo infantil, aunque se encuentre regulado no es precisamente lo que quisiéramos para nuestro menores.  

Habrá quien esté o no de acuerdo con lo que la gobernadora quiere para Tlaxcala. Pero me aparece acertado terminar con lo que algunos especialistas han señalado como un mecanismo de explotación. 

El reto es que aquello que priva a los menores de vivir plenamente, se termine. Porque los derechos son para todas las personas. 

La dinámica económica global tiene que cambiar, y los gobiernos con ella para poder hacer frente a diversas situaciones. En Tlaxcala ya se entendió, y se estará atendiendo. Es cuestión de tiempo para observar los resultados.