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Anja Ringgren Lovén tiene 42 años, es danesa y desde 2012 radica en Nigeria; dedica su vida a salvar a niños que son perseguidos por sus comunidades por ser considerados "brujos", ya ha rescatado a más de 100 menores

Hace un año, Anja estaba en Nigeria preparando la decoración navideña junto a su marido, cuando repentinamente recibió una llamada. "Es un caso grave", le advirtieron. Se trataba de un niño que había sido visto al lado de una ruta y que, seguramente, había sido acusado de ser brujo y expulsado de su hogar.

Anja se apuró y, sin perder un minuto, preparó la misión de rescate. Cuando encontraron a Saviour ("salvador" en inglés), el niño no entendía qué sucedía. Lloraba, se lamentaba y estaba terriblemente dolorido. Más tarde se enterarían de que tenía VIH.

Las misiones de rescate pueden suceder en cualquier momento. Durante el día o en la noche. Las historias se repiten y son todas igual de desgarradoras. Llamadas anónimas que denuncian que un menor está siendo perseguido en alguna aldea.

"He estado en numerosas misiones de rescate donde encontramos a niños que están casi muertos, no puedo decir que hay misiones peores que otras, porque al final lo que importa es que salvemos vidas", cuenta Anja a LA NACION.

Anja Ringgren Lovén tiene 42 años, es danesa y desde 2012 está radicada en Nigeria. Dedica su vida a salvar a niños nigerianos que son perseguidos por sus comunidades por ser considerados "brujos". Ya lleva rescatados a más de 100 menores, de los cuales 76 viven en Land of Hope ("Tierra de Esperanza"), el centro infantil que dirige junto a su marido nigeriano David Emmanuel Umem, en el estado de Akwa Ibom.

El hogar, que es uno de los más grandes de África Occidental, se encuentra en una de las zonas más peligrosas de Nigeria y requiere protección armada las 24 horas del día. Además, en esa región las religiones tribales locales se mezclan con el cristianismo pentecostal y se genera un sincretismo que funciona como un "cóctel mortal", ya que implica la creencia en brujas y el exorcismo.

Como si aún viviéramos en el siglo XV, año tras año miles de niños son acusados de ser brujos y deben vivir con ese estigma. En vez de ser "quemados en la hoguera", los echan de sus comunidades y se ven obligados a vivir solos en la calle, donde son golpeados, torturados y violados.

De acuerdo a la BBC, en 2008 se calculaba que 15 mil niños habían sido catalogados como brujos en los estados de Akwa Ibom y de Ríos Cross en el sudeste nigeriano. Según investigaciones, los casos que fueron documentados incluían chicos y bebés a quienes se les perforó la cabeza con clavos, se forzó a beber cemento, fueron quemados con fuego y ácido, envenenados e incluso enterrados vivos.

Anja llegó a encontrar a niñas embarazadas, menores con enfermedades de transmisión sexual y niños con el cuerpo quemado. "Todas las misiones de rescate son horribles", admite.

Parte de su estrategia es mostrar, a través de sus redes sociales, las transformaciones que vive cada chico cuando es rescatado.

"Termina tu comida, hay niños en África que no tienen qué comer"

De chica, Anja vivió algo que le sucede a muchos niños. En el momento de comer, si no terminaba todo el plato, su mamá le recordaba "el sufrimiento de los niños de África". "Me entristecía saber que ellos no tenían acceso a alimentos como yo", confiesa.

A pesar de pertenecer a un país desarrollado, Anja experimentó situaciones dolorosas. Su padre era alcohólico y su madre, quien trabajaba en un hogar de ancianos, se debió hacer cargo de ella, su gemela y una hermana mayor. "Mi mamá siempre nos habló sobre la igualdad y los derechos humanos. Nos decía que era importante cuidar a las personas necesitadas", recuerda.

Todo eso forjó su carácter y desarrolló una fascinación muy fuerte por generar un impacto en la sociedad. "Mi mayor interés eran los niños del continente africano".

Cuando su madre murió de cáncer, Anja tenía 23 años y quedó hundida en un profundo dolor.

"Necesitaba encontrarle sentido a toda mi existencia. Mi mamá era el centro de mi vida. Ella era mi fuerza y mi guía", sostiene.

En 2008 vio un documental sobre las supersticiones en Nigeria. Su corazón dio un vuelco. "Me sorprendió descubrir que los niños eran quemados vivos y torturados hasta la muerte simplemente porque se les acusaba de ser brujos", narra. Al horror y el dolor se le sumó la impotencia. No podía creer que nadie se tomara en serio esos asesinatos. "Ningún líder mundial cuenta que hay 10 mil niños cada año en Nigeria involucrados en acusaciones de superstición que conducen a torturas y asesinatos. Necesitaba darles a esos chicos una voz para ser escuchados y crear más conciencia sobre la superstición", afirma.

En 2011 decidió seguir su sueño, renunció a su trabajo y vendió todas sus pertenencias. "Me quedé sin hogar en Dinamarca para seguir mis sueños en África". Primero realizó labores humanitarias en Malawi y en Tanzania y finalmente dio el paso y fundó su propia ONG, Land of Hope.

Algunas de las historias más desgarradoras

Si bien cada niño tiene una historia particular y para Anja todas las misiones son igual de "horribles", tal vez la de mayo pasado haya sido una de las más impactantes. Ese día, junto a su equipo encontraron a Victory, un adolescente totalmente desvanecido apoyado contra unas rejas. Estaba tan debilitado que no podía moverse.

Inmediatamente fue hospitalizado, donde descubrieron que tenía tétanos, una infección que produce contracciones musculares dolorosas, que puede interferir en la respiración y que causa la muerte. Luego de un largo tratamiento, y tras cinco meses, el joven consiguió movilizar sus extremidades lentamente y ya se encuentra en el hogar junto a los otros rescatados.

Allí también vive Queen, una nena que hace poco más de tres años pudo ser rescatada antes de que muriera quemada. Incluso, el fuego dejó una cicatriz que le ocupa casi todo su torso. Cuando la salvaron, el 70% de su cuerpo estaba quemado y sentía mucho dolor.

Michael tiene 13 años y hace seis que reside en Land of Hope. Antes, vivía en la calle. Tenía siete años, cuando una noche fue atrapado por un grupo de hombres. La golpiza que le dieron fue brutal y hasta intentaron envenenarlo. Traumatizado como quedó, logró escapar a otra aldea, donde finalmente fue encontrado por Anja y su marido.

En febrero pasado, otro niño llamado Michael pudo ser rescatado. Su padre lo acusó de ser un brujo, lo culpó de ser responsable por las penurias que pasaba su familia y lo intentó matar clavándole un machete en la cabeza.

Como no logró matarlo, el hombre decidió llevarse al niño y abandonarlo lejos del hogar. Lo hizo en medio de la noche, para que Michael no pudiera rastrear su casa.

Mary y Ekong fueron encontrados en 2014. Alguien había intentado quemarlos vivos y las secuelas quedaron marcadas para siempre en sus cuerpos. Mary tenía nueve años y había sido abusada sexualmente. Cuando recibió ayuda médica, detectaron que tenía sífilis y gonorrea.

La verdadera "esperanza"

El 31 de enero de 2016 Anja conoció al niño que transformaría para siempre su forma de llevar adelante la ONG. Ese día, todos los portales del mundo publicaron la imagen de una mujer rubia y muy blanca, llena de tatuajes, alimentando a un niño negro de dos años totalmente desnutrido, frente a un círculo de personas que solo miraban lo que sucedía