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Para fomentar la cultura ecológica entre la población y las actividades al aire libre, la Coordinación General de Ecología (CGE) invita a los ciudadanos a conocer y disfrutar del patrimonio herbario de la región -y de otros países- en el Jardín Botánico de Tizatlán.
Esta área ecológica alberga más de tres mil especies de plantas vivas y está abierta al público de las 5:00 a 20:00 horas, de lunes a viernes.
Los interesados en aprovechar este jardín pueden realizar actividades recreativas, culturales, educativas, de conservación e investigación.
Del mismo modo, los grupos escolares, sociales, familiares y turísticos pueden efectuar visitas guiadas, conocer audiovisuales sobre temas ambientales y biológicos, exposiciones de temas ecológicos y artísticos, cursos de educación ambiental, así como talleres de reciclado y de propagación de plantas.
Entre la amplia gama de flora que alberga el Jardín Botánico de Tizatlán se encuentran especies provenientes de países como: Japón, India, Canadá, España, Ecuador, Brasil, África, Líbano, China, Paraguay, Guatemala, Nueva Zelanda y Madagascar.
En cuanto a la diversidad nativa de la región destacan especies comunes como: cola de caballo, gordolobo, epazote de zorrillo, siempre viva, mafafa, rabo de mico, noche buena, flor del tigre, carrizo, begonia, llora sangre, rosa, jazmín, lirio y violeta, entre otras.
La variedad vegetal que tiene esta área natural protegida está distribuida en siete secciones, las cuales son: arboretum, plantas xerofitas, acuáticas y útiles, así como, jardín ornamental, invernadero y vivero, cubriendo una extensión de 8.5 hectáreas.
Para mantener en óptimo estado las instalaciones y la conservación de las plantas, el jardín cuenta con personal capacitado que diariamente se encarga del mantenimiento, cuidado, conservación y vigilancia del mismo, para que los visitantes puedan apreciar este importante escenario natural.
Quienes visiten el Jardín Botánico de Tizatlán deben cumplir con el reglamento y contribuir con su cuidado, por lo que está prohibido introducir animales, pelotas, bicicletas, aparatos de sonido, bebidas alcohólicas, cortar hojas, tallos, flores, frutos, hacer fogatas, y toda aquella actividad que altere el buen funcionamiento del jardín.
Este espacio contribuye a frenar la extinción de especies, así como a la clasificación, conservación, evaluación y uso sostenido del patrimonio genético vegetal.