• Alfonso Sánchez Anaya
En una entrevista concedida por Enrique Peña Nieto al periódico El Universal, dijo que el candidato de su Partido (PRI) para el 2018 debe tener “por lo menos dos atributos importantes: uno, que sea alguien que tenga una visión clara del México que quiere construir y al que quiera aportar, que haya claridad en la visión de hacia dónde va el país y cómo debe caminar y avanzar para llegar a mejores condiciones.

Y dos, un perfil evidentemente de una conducta y una trayectoria honesta, limpia, de reconocimiento y de prestigio, porque creo que eso hará que el PRI tenga un candidato altamente competitivo”.

Esta remembranza es a cuenta del mensaje que por diversos medios impresos y electrónicos, ha empezado a lanzar el grupo en el poder (que no el Partido en el poder) en los últimos días para favorecer la imagen de personajes ampliamente comprometidos con dicho grupo y que ocupan la titularidad de diversas Secretarías de la Administración Pública Federal y cuyos nombres carecen de relevancia, que ocultan sus hierros y desean encumbrar como los “próceres” de la democracia al estilo PRI.

Ahora resulta que el más desprestigiado de los Presidentes que ha tenido México en toda su historia, el que ha sido sinónimo de ineficiencia, corrupción e impunidad, se atreve a decirle a los mexicanos cómo debe ser nuestro próximo Presidente, muy en contra de la opinión de la mayoritaria de la población de este país, expresada por medio de opiniones y encuestas publicadas recientemente por prestigiados organismos internacionales como la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) y la Corporación Latinobarómetro, así como por los hechos denunciados por la organización MCCI (Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad), ampliamente conocidos debido a la gran difusión que se les ha dado a través de los medios de comunicación masiva.

La mejor defensa del Ejecutivo Federal ahora es el ataque a los ciudadanos, a quiénes nos acusa de hacerle “bullying” a las instituciones y solo criticarlas sin reconocer los “logros” alcanzados. Más bien, debería reflexionar que la oposición  ciudadana es el despertar de una conciencia social, que ha iniciado una nueva etapa en busca de un cambio verdadero que permita salir del atraso y la pobreza.

En este escenario, tales aseveraciones en contra del pueblo, lo único que provocan son burlas producto del enojo y el hartazgo de la sociedad, por el mal gobierno que durante décadas ha padecido y que la siguen lastimando más día con día. La realidad es que el grupo en el poder, ha impuesto y quiere seguir imponiendo a un Presidente, sea quien sea, que garantice la continuidad del beneficio de sus privilegios e intereses.

Lo último que importa o mejor dicho que no le importa al grupo en el poder, es tener una administración pública que trabaje en beneficio de la gente; esta es la percepción de toda una población que se debate entre la impotencia y el enojo, porque le han hecho pensar y le han hecho sentir que no puede hacer nada para cambiar su lastimosa realidad.

Pero si se puede; se necesita alimentar y extender esa conciencia social  para que en las próximas elecciones Presidenciales del ya muy cercano 2018, la gente decida por fin quitarles el poder  a quienes tanto daño les ha causado.