• Cutberto Luna García
Por el Placer de Servir

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Después de seguir analizando la problemática que acontece en nuestra sociedad, y ante la interpretación tan variable que se le da al concepto de JUSTICIA. Me vi en la necesidad de recordar lo que en las aulas de mi Alma Mater me enseñaron mis maestros y que es… la parte elemental de una de las cuatro virtudes cardinales humanas (fortaleza, prudencia, templanza y JUSTICIA). Lo que la convierte en una virtud social, un hábito moral que establece dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece, en función del derecho, la razón y la equidad. Misma que se alcanza mediante el esfuerzo para armonizar a las distintas personas, que viven dentro de una comunidad familiar, local o nacional. Para con ello darle a cada uno lo que le corresponde. 

Por todos es sabido que la justicia es opuesta a la venganza, aun cuando sea ejercida por el estado mediante la aplicación de leyes injustas, pues se convierte en venganza de la sociedad. Es evidente y claro que no todas las leyes humanas las podemos considerar justas, pero su incumplimiento tiene un castigo proporcional, cuya finalidad es crear un ambiente educativo y modificador de conductas, tendiente a persuadir a las personas o entidades, para que no vuelvan a repetirlo. 

Sin embargo, desde el seno de nuestro hogar nos enseñaron que el perdón no basta, ni sustituye a la justicia. Y no solo lo aprendimos en nuestro hogar, sino también de aquellos estudiosos de algún arte real, quienes afirman que para que se concrete el perdón, se tiene que perdonar setenta veces siete al ofensor. Lo que resulta bastante abstracto y complejo de entender y sobre todo de aplicar. Por lo que tendré que dar por válido únicamente, al hecho que la justicia se implante de acuerdo con las leyes justas por más injustas que puedan parecer. 

La experiencia de cada día, nos permite afirmar que las reglas para medir la justicia no siempre la sancionan los tribunales (la que por cierto hoy tristemente refleja la degradación moral de nuestro pueblo y sus representantes). Pues existen otros tipos de leyes como la moral la natural, las sociales y las propias costumbres. Y son otros los tipos de mecanismos para evaluar nuestro proceder. Que en épocas pasadas eran más justas y equitativas para nuestra sociedad. Lo que nos hace saber incluso, que la justicia no es siempre la única pauta a seguir en nuestro actuar cotidiano.

Es por ello que uno de los principales objetivos de nosotros como padres es, hacer el bien con justicia, dentro y fuera de nuestro hogar, partiendo del cómo educar a nuestros hijos en la virtud de la justicia y practicarla previamente en todas las decisiones que tomen para ejercerla libre y razonadamente. Partiendo del momento caótico que nos está tocando vivir. En el que pareciera que la premisa principal es que cada uno haga lo que quiera, cuando quiera y como quiera. Sin importar lo que le suceda a los del entorno. 

Por la formación profesional de mi padre, siempre tuve la fortuna de observar imágenes y figuras con la diosa de la justicia. La cual siempre denotaba el fiel de la balanza. Siempre… justo en el centro, como el péndulo, que se mueve entre la dualidad del bien y el mal, lo positivo y lo negativo, el blanco y el negro. A pesar de la existencia de espacios intermedios, que implican el desequilibrio de la vida personal, familiar y/o social. 

Por ello, nosotros como padres tenemos que saber muy bien, cómo ejercer correctamente la impartición de justicia en nuestro hogar. Ya que, de tomar decisiones sin estudiar y valorar, se pueden llegar a ejercer verdaderas injusticias involuntarias, que alteren la estabilidad emocional y social de nuestros hijos.

Y si lo anterior lo traslapamos al macro cosmos de una sociedad cualquiera. Entenderemos que la justicia no es una actividad, que solamente tienen que ejercer los juzgadores en los tribunales. Sino también los legisladores, que redactan y aprueban leyes. Y el ejecutivo que sin importar su nivel, que tiene que ofrecer seguridad, trabajo, educación, servicios ajustadas a las virtudes, valores y necesidades humanas de la sociedad que representan. Y por supuesto, no podemos olvidar a los profesionales de una ciencia o técnica, a los prestadores de servicios, en fin. Por ello considero que todos y cada uno de los miembros de nuestra sociedad estamos obligados a ser justos para con ello alcanzar una sociedad armónica y responsable. 

Bien decían nuestros padres que la educación está en nuestra casa. Por tanto, creo conveniente hacer un llamado a nuestra sociedad en su conjunto para reflexionar y actuar conforme a lo que realmente bebimos del seno materno. Y alcancemos la justicia que hoy día parece inalcanzable.