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  • Pedro Morales
El vandalismo daña las plumas guarda vía, que nunca han operado.

Apizaco, Tlax.- En total abandono, con instalaciones y equipos dañados por el vandalismo, las plumas guarda vía del ferrocarril se encuentran sin operar, pese a la millonaria inversión tanto de la SCT como de Ferrosur.

Esta historia se repite en al menos una docena de cruceros, sobre todo en el ramal a Puebla partiendo de Apizaco, a pesar de que se trata de infraestructura valiosa en otros países, en Tlaxcala se ha olvidado.

En el peligroso crucero de Apizaco a Huamantla, vendedores de frutas y periódicos comentan que en una ocasión bajó la pluma, pero un tráiler se la llevó.

Desde entonces los porta plumas permanecen amarrados con lazos, no sirven y los sustos vienen cuando aparecen las locomotoras y solamente la suerte y la precaución es la que salva a los automovilistas.

En el siguiente crucero de la avenida Francisco I. madero, la historia se repite, el equipo está amarrado con lazos, una pluma ya desapareció y una caja del sofisticado mecanismo fue rota por vándalos y permanece abierta.

Lo mismo ocurre rumbo a Puebla, en las inmediaciones de Santa Cruz Tlaxcala, en Chiautempan, Zacatelco y la situación se repite hasta llegar a Puebla, sin que intervengan autoridades de la SCT o de Ferrosur.

El pasado fin de semana, tres policías estatales que viajaban a bordo de una patrulla se impactaron contra el ferrocarril que hacia maniobras a la entrada de la empresa Cebadas y Maltas, en Calpulalpan.

Los elementos dijeron llamarse Jerónimo García Sánchez, quien se presume conducía la unidad policiaca, José Silverio Escárcega García y Abraham Sánchez Huerta, todos ellos resultaron con lesiones.

En Tlaxcala se cuenta con 264 kilómetros de vías ferroviarias de la entidad, a lo largo de los recorridos, es notoria la invasión de la mancha urbana y de la apertura de accesos ilegales, factores principales de accidentes.

En un recorrido con medios de comunicación realizado con antelación, Victorico Gutiérrez Hernández, supervisor de Ferrosur comentó que mientras más cruceros haya en las vías, mayor es el riesgo de accidentes vehiculares.

“El problema de la apertura de estos accesos es que nunca los pavimentan o adaptan para facilitar el tránsito, pues varios solo son trazados con tierra, lo cual provoca que las unidades se atasquen o se atoren”, indicó.

Carecen de condiciones de visibilidad, señalización y nivelación, en muchos casos, tienen autorización pero carecen de mantenimiento, son responsabilidad de quien los solicita, puede ser el municipio o particulares, "mas no de SCT ni de Ferrosur".

Hay habitantes que colocan escombro para poder cruzar, ello propicia la formación de encharcamientos y, en consecuencia, el deterioro de la infraestructura en temporada de lluvias, añade.

Situación a la que se suma la inoperancia de las barreras protectoras y señales de advertencia, nunca las respetan señalaron los comerciantes del crucero de la carretera que conduce a Huamantla.

Derivado de estos accesos ilegales y la falta de un mantenimiento adecuado, el cruce de vías ferroviarias se ha convertido en un riesgo de muerte para la población, especialmente para automovilistas.

A escasos metros de la Estación Huamantla, municipio donde casi al final de 2011 se registró uno de los accidentes más aparatosos, que le costó la vida a una mujer y a sus tres hijos cuando intentaban pasar.

Victorico Gutiérrez dijo que los conductores de un vehículo deben hacer alto total en el cruce, en un lapso de entre ocho y 10 segundos, para cerciorarse de que pueden atravesar sin peligro.

"Es uno de los problemas de zonas urbanas, ya sea por imprudencia de las personas, porque los baches son rellenados con tierra o porque los cruces son irregulares", subraya.

Ángeles Estrada funcionaria de la SCT comentó que no es cierto que las puertas de los autos se imantan en los rieles y queden selladas.

Es el resultado del pánico que paraliza al conductor y le impide reaccionar, para descender y evitar que sea arrollado por el tren.

Cabe destacar que cuando sucede un percance de este tipo, ni la SCT ni la concesionaria asumen responsabilidad alguna, mucho menos en costos; por el contrario, quienes se accidentan deben pagar a la empresa el tiempo que le hacen perder a los trenes en caso de haber un retraso en su viaje y por el daño que haya recibido el carro o locomotora donde se impactan.

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