• Municipios
  • Pedro Morales
Agoniza la artesanía textil de San Bernardino Contla

San Bernardino Contla, Tlax.- Tristeza en la mirada, desesperación, impotencia y poca ilusión de seguir elaborando sarapes se han generalizado entre la mayoría de los artesanos que viven y mantienen a sus familias de la artesanía textil en San Bernardino Contla.

Deambulan con la mirada perdida por las calles, su ropa acusa el paso del tiempo, sus cabezas se han cubierto de canas por la desesperación, ya no llegan ni los coyotes por sus sarapes, las bodegas están llenas.

Por las calles polvosas del pueblo se les observa dedicados a otras actividades, han tapado los telares de madera, los hilos de colores, las lanzaderas se encuentran estáticas, ya no hay actividad desde hace casi un año.

El tigre asiático que representa el contrabando de prendas de vestir, sarapes, saltillos, gabanes, canguros y hasta cobertores los ha herido de muerte, el sarpazo vino desde la propia administración federal.

Antonio Galicia Saldaña es un artesano de pura cepa, sus abuelos y padres le enseñaron el oficio, lleva los diseños grabados en la mente, reta que puede hacer cualquier diseño, por muy complicado que se le presente.

Su especialidad eran los saltillos y los diamantes de brillantes colores, se venden en setenta pesos a quien los quiera, se los llevaban a la frontera y los coyotes o introductores duplicaban el precio.

Pero todo ha cambiado, ya ni los coyotes llegan con sus camionetas copetonas a cargar la producción, “tengo más de cien sarapes diamante en la bodega”, revela casi en secreto, con pena.

No sé qué pasa, dice con tristeza, recuerda que lleva más de cincuenta años viviendo de la artesanía textil, concretamente de la elaboración de los sarapes en sus cuatro telares artesanales de madera, los que se activan rítmicamente con lazos.

Un pedazo de cuerno de toro le sirve como apoyo para lanzar de un lado a otro las lanzaderas que van entretejiendo los estambres e hilos de colores, para dar vida a los diseños que salen con la cuenta de los hilos.

Antes al finalizar cada año las ventas bajaban, pero ahora es la temporada buena, la de los fríos y los sarapes no se venden, las bodegas están llenas, repite una y otra vez.

Desde hace tres meses de plano cerré el taller, confía y con la mirada perdida entre los hilos recuerda que nunca había pasado esto, que desde sus cincuenta años como tejedor nunca el hambre lo había apretado tanto, al igual que a su esposa, hijos y nietos.

No saben que fue lo que pasó y por rumores se sabe que los coyotes mejor se van a la frontera, para que a la inversa ahora traigan el contrabando chino, ese que propició doña Martha Sahagún y sus hijos los Bribiesca.

Dicen que llegaron miles de traileres cargados con prendas chinas, las copiaron de Contla y hasta hacen ahora los saltillos y cobertores estampados.

“Ya nos dieron en la madre”, dice con amargura, lo malo es que ya se fue.

Los chiles de árbol también vienen de China, sin pata y sin sabor, la herramienta es china, los zapatos, los juguetes, la porcelana y hasta las banderitas del 16 de septiembre también eran chinas,  nos están acabando, reconoce.

Durante los años setentas en la región del volcán la Malintzi comenzaron a surgir corredores industriales que ocuparon mano de obra de los pueblos asentados en la ladera de la montaña.

Durante esa época la ciudad de Santa Ana Chiautempan dejó de ser el acaparador de la artesanía elaborada por los pobladores de Contla, debido a la aparición de comerciantes intermediarios de la producción artesanal del sarape como las familias Nava, Muñoz, Juárez, Netzahualcoyotl y Cuamatzi.

Estas familias abrieron mercado en el centro, norte y sur de la república, destinando su mercancía a ciudades importantes como Guadalajara, Tampico, Nuevo Laredo, Tijuana, Baja California, Monterrey, y los estados de Chiapas y Tabasco.

Hubo otro sector de la población que salió de las fábricas textiles y que comenzó a ser intermediario y acaparador de la producción de cobijas en serie, y posteriormente, adoptaron los modelos de trabajo empresarial e industrial.

Implementaron pequeñas fábricas textiles. Las primeras familias que tuvieron fábricas fueron los Roldán, los Muñoz y los Juárez.

En el centro se abrieron pequeños comercios como pollerías, carnicerías, materiales para la construcción, florerías, zapaterías, panaderías, tiendas de ropa, una cafetería, dos fondas, una vidriería, tiendas de hilo, peluquerías, una funeraria y varias farmacias.

También creció el número de oficios como la sastrería, la albañilería, los balconeros, las talacherías, los panaderos o los carniceros.

Las formas de vida local de la comunidad se modificaron al igual que el culto a los santos católicos debido a que la circulación de capital fue más fluida y el derroche económico en las fiestas religiosas se hizo evidente.

En 1997, aparecieron otros sectores como los industriales textiles y los talleres de maquila que trabajan para las fábricas textiles y que se abastecen de mano de obra de la propia comunidad.

Pero ahora la realidad indica que un cuarto de millón de trabajadores textiles perdió su empleo en tres años.

Después de un atorón, la industria textil busca salir del hoyo, requiere de apoyo financiero, combate al contrabando y la informalidad y acciones coordinadas en espera frenar la competencia china.

Pero ahora tal parece que a los gobiernos federal, estatal y municipal se les ha olvidado la existencia de los artesanos textiles, quienes pese a todo tienen esperanza en salir adelante, ahí están en Contla, pero tal pareciera que son invisibles… nadie los ve.

Tags: