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Los místicos paisajes de Tepoztlán, Morelos, se engalanaron este fin de semana con uno más de los eventos de famosos, aunque en esta ocasión no se trató de alguna estrella de Hollywood, o ya de a perdis, asociado de Televisa.
No, según nuestras fuentes, se trató de la familia tlaxcalteca en el poder.
Muy guapa, Mariana González Foullón, luciendo un altísimo chongo que remataba regiamente con el entallado vestido blanco, muy propio para la ocasión en que enlazó su vida con Pedro Barba Mazarraza, nieto del gobernador Felipe Mazarraza, para ser precisos, hijo de la ex directora de Síntesis y actual encargada del Instituto Tlaxcalteca de Personas con Discapacidad.
De acuerdo con la información disponible, se tiene conocimiento que a la ceremonia del matrimonio civil asistió el gobernador Mariano González Zarur, así como personas cercanas a ambas familias.
Como siempre, con la sonrisa a flor de labio, el diputado priista Marco Antonio Mena Rodríguez, robó cámara, a lo mejor porque estratégicamente se sentó cerquita de la mesa de los novios.
Mariana González se apartó de su carrera en el Consejo de la Judicatura Federal, donde se desempeñaba como secretaria Técnica adscrita a Ponencia de Consejo para aceptar ser Presidenta Honoraria del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia, cargo que ostenta desde el 15 de enero del 2011.
Pedro Barba es un empresario ligado a cuestiones de publicidad. Hace unos meses se separó de su ex esposa y logró su divorcio en pocos días gracias a las facilidades que obtuvo en el Tribunal Superior de Justicia del Estado.
El enlace civil no se registró en Huamantla como se había previsto inicialmente, de ahí que la nueva pareja optó por sellar su amor en Morelos.
La hija de gobernador es producto del primer matrimonio de Mariano González Zarur. En la actualidad su otro hijo, Mariano González Aguirre, se encuentra soltero y en plena campaña para lograr la candidatura del PRI a una diputación federal.
Para recordar esta unión, que superó las acusaciones mutuas de bipolaridad y pobreza, donde muy maduros los pragmáticos novios disiparon sus respectivas historias personales, dejaron cualquier sentimiento de culpa y se dedicaron a disfrutarse, junto a sus invitados en las calles de Tepoz, con olor a copal y a tezontle mojado… donde cualquiera se tropieza y… cambia su vida.