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Inapesca lleva a cabo en Tlaxcala un encuentro nacional para diseñar nuevas alternativas de investigación.

La sobre explotación y la saturación de pescadores en ciertas zonas, la contaminación de los mares, la devastación de mangles, la presencia de especies no nativas que se convierten plagas, así como el calentamiento global, son los principales peligros para la sustentabilidad de la pesca en México, por lo que es necesario invertir más en investigación para aportar al país nuevas alternativas de pesca marina y acuacultura.

Así lo manifestó el director del Instituto Nacional de Pesca (Inapesca), Pablo Arenas Fuentes, quien, sin embargo, reconoció que esta entidad se encuentra en proceso de reorganización a más de 50 años de su creación, debido al déficit de investigadores y de recursos públicos, pues al año solo ejerce 900 millones de pesos en gasto corriente y actualmente la curva de especialistas es descendente.

En Tlaxcala se lleva a cabo el Encuentro Nacional de los 14 Centros Regionales de Investigación Pesquera  (CRIPS), para planear nuevas estrategias de estudio a favor de la producción y enfrentar las problemáticas del sector.

En entrevista donde se tocaron diversos temas, Arenas Fuentes destacó que si bien México arrastra una importante tradición pesquera, la máxima utilización de esos productos se da en las zonas costeras pero al interior es muy poco, de ahí que el consumo per cápita al año en el país sea de apenas nueve kilogramos.

Una de las tareas del Inapesca, que es una institución descentralizada de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), es opinar respecto a políticas de sustentabilidad de la pesca y estabilizar la producción que actualmente se encuentra en un millón y media de toneladas anuales desde el mar, así como de 400 mil toneladas en la acuicultura. Los principales productos son atún, huachinango, ostiones, mejillones y pargos, así como tilapia, bagre y otros, respectivamente.

También explicó que el Inapesca adquirió hace dos años una embarcación de nueva generación por más de 30 millones de dólares, cuyos avances tecnológicos le permiten hacer investigación en los mares mexicanos desde su puerto en Mazatlán, aunque se encuentra en cierto modo subutilizada por lo caro de su mantenimiento, así que se está en pláticas con universidades y la Secretaría de Marina para poder darle un uso de largo plazo para el desarrollo de la oceanografía en el país. No obstante, se signó un convenio con Estados Unidos para investigar la Corriente de California que se forma en Canadá y llega hasta la península de Baja California.

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