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El cómic de hoy

* Urge reglamentar el funcionamiento del nuevo coso ** Sin vigilancia la rúa en proceso Apizaco-Tlaxcala, es un infierno *** Una de ministeriales, pretextando prisa de ir al informe para no informar sobre víctimas fatales


Se siente bien pasar frente al Estadio Tlahuicole. De lejos su recién construida tribuna luce majestuosa. Bueno, no muy bien porque está lleno de basura, botellas de cerveza, bolsas donde se vendieron botanas… hay de todo, menos ganas de ordenarlo.

El concierto de Carlos Rivera sí que convocó gente. Pero creo que el sistema de funcionamiento del nuevo coso tlaxcalteca debería revisarse porque así, de alfombra verde con escenario y sillas, se convirtió en un basurero.

Igual de sucio y mal oliente pudo ser el otorgamiento de boletos, muchos de los cuales, nos dicen, entraron en la infamia de la reventa, ¿500 pesos?, no sé pero, si hubo quien lo hizo tarde o temprano va a caer.

Dicen que el propio cantante reclamaría el que solo la mitad de la tribuna estuviese ocupada. No querría pensar que en ese momento funcionaba un embudo para emplazar a deseosos fans del huamantleco a ponerse con su cuerno para entrar.

¿Será por eso que ordenaron la apertura de los accesos, y regalaron entradas a todo el que lo pidiera?

¿Por qué tendría que perder su virtud la ceremonia inaugural de una de las principales obras del sexenio de Marco Mena?

Urgen señales

Si los agentes viales estatales, de Chiautempan, Apetatitlán y Tlaxcala uniesen fuerzas para alivianar el infierno en que se convirtió viajar de Apizaco a Tlaxcala, desde el puente Hospitales hasta la estación de bomberos, en verdad levantaríamos en su honor un monumento.

Tal vez tengan la ocupación en su crucero. Es probable que ganen más extorsionando que liberando caminos. Los he visto detener conductores tomados, revisar su cartera interesados en conocer su identidad y regresarla a sus bolsillos, claro sin los billetes de la quincena.

A partir de ayer agudizó la crisis en este tramo. Están colocando trabes de acero en uno de los puentes. Eso lleva tiempo. Así como los 45 minutos que demoraba uno en recorrer la zona, entre los riesgos de un tráiler sin frenos o algún chofer intoxicado de ira.

Hacemos la más atenta súplica a las policías de aquellas demarcaciones y de otras, porque esto es un asunto de seguridad estatal, a que se apliquen a fondo, se coordinen, distribuyan elementos en las partes conflictivas; de ser necesario suplan a los malmodientos y osados agentes de la Policía Federal, capaces de accionar su sirena y circular en sentido contrario porque así se los dicta el poder del que se sienten dueños, con todo y neurosis, y ¿acaso adicciones?

Son demasiadas horas hombre tiradas a la basura debido a una obra a cuya construcción le falta la buena voluntad de quien no coseche mentadas de madre sino al contrario, demuestre que es posible ser el estado más pequeño de la República, pero el más ordenado.

Lo obtuso

Hago votos porque en lo que puede ser esa coordinación entre policías e instituciones no prive el caos cuando se presentan accidentes.

Los empleados de la procuraduría se desentendieron de sus obligaciones, enviaron a víctimas de aquél horrible accidente causado por un tráiler a los Semefos más alejados –como San Pablo del Monte- sin tener el mínimo gesto de humanidad para orientar a los familiares de los muertos.

¿Y saben qué pretexto pusieron? Tenían que presentarse al informe de gobierno. Que no la frieguen. Creo que si su jefe más alto, el gobernador, se hubiese enterado de semejante acto de irresponsabilidad, les habría pedido abstenerse de asistir a la ceremonia de su mensaje.

El que menos demoró para hallar a su familiar muerto, dedicó tres días a suplicar a ministeriales vulgares, a recepcionistas sin compromiso y agentes del ministerio público crudos, temblorosos y empeñados en comida y cerveza para la resaca que en cumplir con su deber.

Esto no debe ocultarse. La responsabilidad directa salta entre el procurador y el secretario de gobierno. Si ambos carecen de capacidad, entonces podría caber en ellos la prudencia de reconocerlo, y dejar su lugar a quien en verdad tenga ganas de devengar su salario.