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Este hombre es prueba de que con perseverancia, actitud y disciplina se pueden conseguir los retos, metas y sueños; incluso cuando muchos consideran que la edad es un impedimento.

Mientras que muchos no pueden acabar esa materia que resulta un dolor de cabeza o titularse, este abuelito de 92 años está decidido a convertirse en arquitecto.

Este hombre es prueba de que con perseverancia, actitud y disciplina se pueden conseguir los retos, metas y sueños; incluso cuando muchos consideran que la edad es un impedimento.

Se trata de Carlos Augusto Manço, un hombre originario de Brasil quien a sus poco más de 90 años está dispuesto a convertirse en arquitecto contra todo pronóstico.

Este abuelito está aprovechando al máximo la cuarentena por el coronavirus, pues está estudiando Arquitectura, con la finalidad de superarse y por fin cumplir el sueño de su vida.

En 2018, el adulto mayor se inscribió a la Universidad de Barao de Mauá, donde empezó sus estudios en arquitectura a los 90 años; pero debido a la pandemia su situación se ha complicado un poco.

En su momento, el hombre se presentó a las clases de forma presencial, pero el coronavirus hizo que el abuelito decidiera convertirse en un experto en el uso de las tecnologías.

El futuro arquitecto se mantiene positivo ante la pandemia

Ahora Carlos Augusto Manço continúa sus estudios para convertirse en arquitecto desde su hogar, donde sigue esforzándose por obtener un título; incluso cuando todo parece demasiado complicado.

“Hay horas que te dan ganas de parar debido al volumen de estudios, pero el deseo de continuar es mayor”, reveló al medio Estadao.

El futuro arquitecto se muestra positivo ante el caótico panorama, pues piensa que la pandemia pasará; mientras tanto el abuelito de 92 años mantiene su mente activa mientras estudia y hace tareas.

“Cuánto más estudiamos, más tenemos conocimiento. Cuando las clases presenciales regreses podremos compartir diferentes experiencias”, expresó.

Sin duda la edad no es un impedimento para lograr todo lo que se desea, incluso cuando la sociedad o las convenciones impuestas dictan lo contrario.